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¿Rueda en camino peligroso?

¿Qué pasaría con Reinaldo Rueda si Chile pierde sus partidos ante Perú y Venezuela? se preguntaron varios en el debate futbolero de la semana y en la previa de una nueva fecha doble clasificatoria. El ejercicio –valore usted donde se ubica en el rango entre lo razonable e inoficioso de anticipar este posible escenario– responde básicamente a dos elementos: la escuálida cosecha de octubre pasado frente a Uruguay y Colombia y la llamativa nómina de la Roja donde el recambio se hace cada vez más patente.

Pensar en un descalabro mayor entre el vienes próximo y el martes subsiguiente parece un despropósito aunque en el fútbol y en el deporte en general nada puede descartarse. El temor tiene un mínimo asidero: Perú llegará envalentonado porque le tomó la mano a Chile en el último tiempo y en el caso de un empate o derrota en el Estadio Nacional el partido en la húmeda e incómoda Caracas será una verdadera final.

Con todo, la Roja dejó hace un mes una sensación favorable, de avance en lo futbolístico, de una renovación gradual que estuvo a la altura del desafío. ¿El problema? Lo de siempre, la dependencia de Alexis para llegar al gol, la falta de alternativas ofensivas, la fragilidad del plantel para brindar opciones de mayor jerarquía en momentos límite. Cuando Chile intentó sostener la ventaja frente a Colombia lo hizo con un jugador del medio local, de 35 años, como José Pedro Fuenzalida. Los cafetaleros mandaron a la cancha a Radamel Falcao García que a sus 34 años sigue en Europa y tiene una tasación 10 veces superior al capitán cruzado.

Chile deberá enfrentar el clásico del pacífico sin Charles Aranguiz y Gary Medel aunque con Claudio Bravo, Guillermo Maripán y Erick Pulgar más el insospechado regreso de Jean Beausejour quién había renunciado al equipo tras la Copa América de Brasil 2019 y declarado hace un mes que no sería serio volver. Pues bien, ahí está el lateral de Universidad de Chile, al pié del cañón para apagar el incendio, compensar la falta de un especialista por la banda izquierda y dispuesto a jugar un necesario rol de liderazgo en el camarín. Esto último por sí solo justifica su inclusión.

La presencia de Beausejour Coliqueo es una clara demostración de que la Roja no ha logrado resolver ciertas carencias relevantes y que la búsqueda de Rueda es permanente. El colombiano no come vidrio. Mueve el tablero, deja afuera a un jugador emblemático como Eduardo Vargas, a otro titularísimo ante la ausencia de Bravo como Gabriel Arias y se embarca en la aventura de llamar a Niklas Castro y confirmar a Omar Carabalí como tercer arquero. También cita a Fabián Orellana por su continuidad y experiencia y a Felipe Mora por sus goles en la MLS. Un mix entre pragmatismo y convicción aunque siempre condicionado por el acotado universo de seleccionables con que cuenta el fútbol chileno.

¿Cuánto pesará la ausencia de Charles Aranguiz? ¿Serán capaces Mora, Rubio, Castro, Palacios o Vilches de mejorar la discreta prestación de Vargas en octubre? Pulgar da plenas garantías. Arriba, Mora y Palacios parecieran tener ventaja.

Si la historia siempre fuese replicable Chile estaría frente a un escenario favorable y con la perspectiva de sumar seis puntos en esta pasada. Pero lo cierto es que en los últimos dos años ha debido caminar con pies de plomo y ver qué pasa partido a partido. El camino recién comienza y si bien hace cuatro semanas quedaron buenas sensaciones, nada está garantizado. El plantel conserva una columna vertebral, reforzada ahora con Beausejour, pero hay muchos jugadores que tienen escasas horas de vuelo o bajas presencias en partidos clave. Ahí está una de las grandes misiones de Rueda, transformar a la Roja en un equipo, en una fuerza colectiva y no en la sumatoria de rendimientos basados en la memoria y calidad de cuatro o cinco jugadores.