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Entrevista AS

Del retiro obligado al Caribe: la nueva vida de una ex seleccionada chilena

Natalie Lubascher optó por emigrar del país en busca de mejores oportunidades laborales. Debió renunciar a la Selección de nado sincronizado para concretar el viaje.

Del retiro obligado al Caribe: la nueva vida de una ex seleccionada chilena

El deporte nacional sufrió una importantísima baja en 2020. Natalie Lubascher (@kelleynata en Instagram) debió renunciar de forma obligada a la Selección de nado sincronizado luego de meses de incertidumbre económica ocasionados por la crisis del Coronavirus. La inseguridad del futuro próximo, originada por la suspensión de competencias y el agotamiento de ahorros, la llevaron a tomar esta drástica determinación que, sin embargo, hoy valora como "lo mejor que pude hacer".

La multimedallista chilena es, además, ingeniera agrónoma de la Universidad Católica, especializada en enología, y es en República Dominicana donde hoy ejerce su profesión, como gerenta de marketing de Manuel González Cuesta, una importadora y distribuidora de vinos. "Ha sido muy divertido y es todo un desafío, en verdad. Sí ha sido raro estar lejos del agua, pero el encierro por la pandemia podría decir que sirvió como transición para acostumbrarme", declara en conversación con AS.

Y, para ella, esta aclimatación no se limita solamente a dejar de lado la actividad que más le apasiona (fue seleccionada por casi una década), sino que también a residir en un nuevo lugar: recién a inicios de noviembre viajó al país caribeño para establecerse de forma definitiva. "Los dominicanos son muy buena onda, son alegres y son muy buenos anfitriones. En el trabajo se han preocupado de que esté siempre bien", adelanta.

- ¿Cómo ha sido esta nueva vida, lejos del deporte competitivo y ahora enfocada en su trabajo como gerenta de marketing?
- Ha sido muy divertido. Ahora solo tengo en mente terminar de adaptarme a otro país. El deporte, en realidad, lo he incorporado haciendo ejercicios en mi departamento, porque acá la pandemia se volvió a disparar, más o menos en la misma fecha en que ocurrió en Chile, así que ha estado difícil. Las veces que he ido a la piscina han sido pocas. Pero una vez que se pueda con normalidad, por lo menos pretendo ir tres veces por semana, porque ya me estoy volviendo loca (risas). De hecho, entre Navidad y Año Nuevo fui con mi pololo a Las Terrenas -una playa ubicada en la península de Samaná, al noreste del país- y no me aguanté y me puse a hacer nado sincronizado en el mar. De verdad que estaba ahí y se me movían los pies como a los perros se les mueven las patitas cuando están en el agua (risas). Y, sobre el nuevo trabajo, ahora estamos en época de planificación y la pandemia ha trastocado la estrategia, porque las medidas restrictivas son súper fuertes y, por ejemplo, no se puede vender alcohol después de las cinco de la tarde, hay toque de queda desde temprano... Ha sido difícil planificar.

- Una vez que retome el nado sincronizado con mayor frecuencia, ¿será solo de manera recreativa?
- Claro, lamentablemente solo será así. Es que, mirando cómo está la situación, lo mejor que pude hacer fue venirme para acá. Ahora llegó la nueva cepa a Chile, entonces parece como si esto no fuese a parar. Me alegra igual que allá una parte de la gente haya logrado vacunarse. Acá el proceso comienza en marzo. Igual, en la oficina tomamos todos los resguardos necesarios para evitar contagios. Yo ya me he hecho el PCR tres veces en este último tiempo. O sea, son tres veces que he tenido ese cotonito hasta el cerebro, poh (risas).

- ¿Alguna situación peculiar que ocurra en República Dominicana y a la que aún no se acostumbra?
- ¡Sí! Quizá se van a enojar, pero la gente de acá no sabe manejar. Mi teoría es que ellos piensan que las luces de los semáforos son sugerencias, no que se deben respetar siempre. Las líneas de las calles no siempre están pintadas y, lo otro, es que casi nunca señalizan. Tengo una anécdota del primer día que me pasaron un auto. Salí de la oficina cerca de las 19:00 horas, había una lluvia terrible y me dijeron "ándate por aquí y por acá", para que no me pasara nada. Instrucciones a prueba de tontos (risas). Así que me subí, doblé a la derecha por donde me marcaba Waze... ¡y veo un montón de autos en contra mía! Intenté retroceder y no, imposible. Ahí me di cuenta que yo estaba bien en la dirección, y que acá suelen adelantarse no más e ir por donde sea más rápido. Yo no la podía creer. Hay que manejar siempre a la defensiva.

Natalie Lubascher (izquierda) junto a Kelley Kobler (derecha) en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.
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Natalie Lubascher (izquierda) junto a Kelley Kobler (derecha) en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.

El futuro del nado sincronizado

Lubascher, una de las deportistas más destacadas de la disciplina en la historia de Chile, es voz autorizada para referirse a la proyección del actual combinado nacional.

- De la Selección que logró la medalla de plata en los Odesur de Cochabamba, ya hay 8 de 9 nadadoras retiradas. ¿Cree que ese hecho pueda influir negativamente en la motivación de las futuras generaciones?
- Esa situación que nos pasó a nosotras fue muy latera, por decirlo de alguna manera suave, pero independiente de eso creo que hoy hay una muy buena generación, que está sacando la cara y que no ha parado de entrenar. La Marcia (Leite) que está ahí a la cabeza se ha dedicado a mantener motivadas a las niñas, y eso es valorable, porque es fácil dejarse derrotar en una situación como esta. Se han hecho PCR para entrenar como equipo. Han participado de competencias online, también. Entonces, ahora quizá está el tiempo que antes no existía para dedicarle a actividades que son complementarias al nado sincronizado. Pese a que son chicas, con esto creo que están ganando experiencia.

- Sé que hoy está focalizada en su nuevo trabajo, pero hace un tiempo atrás declaró que le gustaría, en algún minuto, trabajar en el IND o en el Comité Olímpico. ¿Aún continúa con esa idea?
- Claro, ese tipo de cosas yo nunca las podría descartar, porque la vida da muchas vueltas. Para mí sería bacán estar ahí metida, porque criticar a veces es fácil, pero plantear soluciones y hacer que esas soluciones se lleven a cabo es otra cosa. Creo que en todo este tiempo entendí cómo funciona el sistema. Y obvio que me encantaría, en el contexto de que yo fuese un aporte. Ahora, cuándo y cómo, eso no lo sé (risas). Pero sí me gustaría poder aportar con mi granito de arena para el deporte. Entendí que hay que empatizar con el deportista, identificar sus necesidades, ver cuáles son las cosas que hay que cambiar, y que estos cambios sean a largo plazo y no soluciones parches...