En 2013, Emanuel Ponce (26) tuvo un debut soñado en el profesionalismo al anotar el gol que le dio el triunfo a Santiago Morning frente a Rangers en la Copa Chile. Aquel inicio lo ilusionó, pero una serie de errores lo fueron dejando sin opciones de hacerse un espacio en el fútbol chileno.
"Tuve unos problemas disciplinarios cuando chico" , comenta desde Sydney a AS Chile . Es por eso que le dio un giro radical a su vida. Pasó por Corea del Sur, China y Bolivia, donde se ganó el cariño de la hinchada de San José de Oruro, pero fue en Australia donde encontró su lugar en el mundo.
Actualmente juega en Hawkesbury FC club del ascenso australiano. En dicho equipo fue elegido como el mejor jugador del torneo de 2020. Sin embargo, su periplo fuera de Chile empezó mucho antes.
- Su primer paso en el extranjero fue en Corea del Sur. ¿Le costó mucho la adaptación? - Al principio sí. Más por el idioma, por el ritmo de juego, cuando llegué tenía 20 años y la energía la tenía, pero el idioma era lo más complejo porque si no sabes chino, tienes que saber inglés porque nadie habla español. Había un traductor solo cuando me iban a buscar o a dejar y también para trámites, pero en el ámbito deportivo, nos comunicábamos por señas.
- ¿Pensó en regresar a Chile en algún momento? - Muchas veces me dieron las ganas de devolverme, pero sabía la situación en la que estaba Chile como país y tenía que tratar de surgir. Allá siempre priorizan la experiencia. Yo salí de Santiago Morning porque no tenía oportunidades, siempre traían extranjeros que ocupaban el puesto y como yo era más chico y de casa, no me daban chances. Necesitaba salir del país para ser conocido en el fútbol y jugar.
- ¿Es viable irse a Corea por el aspecto económico y deportivo? - Por el económico totalmente. Deportivamente no sé si tanto porque en Sudamérica está la pasión y la locura. En Asia es así, pero con más respeto. Si pierdes te gritan cosas malas, pero no al nivel de Sudamérica. Económicamente es como en todos lados: llega un argentino a Chile y le van a pagar cuatro o seis pesos y al chileno dos, como todo extranjero. Tienes más responsabilidad y presión de rendir. Los directivos y el entrenador te exigen el triple por ocupar el cupo y porque ganas tres veces más que lo que gana el local.
- ¿Alguna anécdota de su paso por Corea? - Perdí un bus y un tren. Recuerdo que una vez llegamos a un aeropuerto y no sabía qué bus tomar y me subí a uno que me llevaba a otra ciudad. Me di cuenta cuando empecé a hablar con mis compañeros (risas). Fue en una pretemporada. Los equipos en Asia son tan disciplinados que no concentran, entonces los mismos jugadores saben que tienen que descansar el día anterior al partido, no como en Sudamérica que los concentran porque temen que salgan. Es muy difícil que un compañero en Asia esté carreteando.
- ¿Cómo se dio su llegada a Australia? - Llegué a Marconi Stallions que no juega en la máxima categoría. Allá l a liga es como la MLS, no hay ascensos ni descensos, hay que comprar una franquicia para subir. A Australia llegué porque un ayudante técnico de un ex DT en Corea me conocía y decidió confiar en mí. Él estaba haciendo la práctica en Corea en ese momento. Volví a Bolivia y después me contactó por Facebook escribiendo en inglés y yo traduciendo todo porque no sabía hablarlo ni lo entendía (risas). Me preguntó dónde estaba y me dijo que si yo venía para Australia, me hacía un contrato de dos a tres años. De un día para otro me fui.
- ¿Y con qué se encontró al arribar a ese país? - La adaptación en Australia fue más traumática que en Corea, porque en Corea tenía unos compañeros brasileños y trataba de hablar portugués y me comunicaba un poquito más. Tengo la suerte de tener a mi hermano mayor en Australia, entonces eso me dio más confianza y no iba a estar solo. Aprendí “a la mala” a hablar inglés. Hoy no lo hablo perfecto, pero hasta me comunico por teléfono. Acá por reglamento tiene que haber solo dos extranjeros y eso limita mucho más. Yo llegué y era el único extranjero. Fue más difícil. El primer año no rendí nada, por el estilo de juego. Puedes ser muy bueno, pero si no corres, no juegas. Además, juegas 90 minutos el domingo y el lunes están corriendo como si nada. En Chile te cuidan para que no te lesiones. Me esforcé en mejorar mi juego y mi físico para jugar. Yo soy puntero, pero en Australia el puntero juega de eso, de volante y lateral. Sí o sí tienes que llegar atrás y al comienzo duraba 20 minutos.
- ¿Cómo es la vida allá? - Australia, en sí, es como otro mundo. En todos los ámbitos. Acá yo aprendí a ser honesto. Acá la gente camina y si está en rojo el semáforo, no cruzan. La gente paga su pasaje, no existen las diferencias. Si una persona es pobre lo miran como uno más, no hay desigualdad. La salud es pública pero es de nivel. Acá dejas el auto abierto, la casa abierta y no roban. Esa seguridad que hay acá, no te la dan otros países. Todo eso me hace dudar de volver o no a Sudamérica, porque ¿y si después no me dejan entrar otra vez al país? Hay que tomar bien esa decisión. Cumplí 26 años hace poco y me queda una carrera por delante. En lo futbolístico sí ganaría si vuelvo a Sudamérica.
- ¿Pero la duda que tiene es por si elige el plano deportivo o la calidad de vida? - Exacto. Obviamente si me voy a Sudamérica recibiré un buen sueldo y estaré viviendo en una buena casa o una buena comuna, pero la calidad de vida no será la misma que acá. Yo tengo un contrato hasta 2023, así que no estoy desesperado.