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ESPECIAL UC TRICAMPEÓN

El gran mérito de Ariel Holan: ¿En qué mejoró a la Católica?

La presencia del DT significó una etapa evolutiva de los cruzados, con mayores contenidos de juego respecto del fútbol equilibrado de San José y los retoques ofensivos de Quinteros.

El gran mérito de Ariel Holan: ¿En qué mejoró a la Católica?
ANDRES PINA/PHOTOSPORT

Ariel Holan había sido uno de los entrenadores con opciones de llegar a la Roja cuando finalmente en la ANFP optaron por la contratación de Reinaldo Rueda. Por lo tanto, el vínculo del DT con el fútbol chileno exhibía algo de historia cuando en San Carlos de Apoquino lo anunciaron para reemplazar a Gustavo Quinteros.

Ganador de la Copa Sudamericana en 2017 con Independiente de Avellaneda, los cruzados apuntaron alto con la llegada de Holan. Los objetivos estaban claros: el tricampeonato nacional y una buena participación en torneos internacionales. La primera meta, el argentino la obtuvo a cabalidad y, en las copas, el saldo fue favorable (cuartos de final en la Sudamericana, tras la eliminación en la fase de grupos de la Libertadores).

Al margen de los objetivos, Holan dejó su sello en la cancha con el desempeño de la UC. Su gestión puede catalogarse como evolutiva desde el punto de vista ofensivo y de construcción de juego. Y además puede ser vista como el punto mayor de una etapa que comenzó con el fútbol de equilibrio de Beñat San José y avanzó en contenidos de juego con los retoques de ataque introducidos por Gustavo Quinteros.

Los cambios de Holan

El DT argentino se mantuvo fiel al subsistema ofensivo de tres hombres en ataque, conformado por un centrodelantero neto y dos hombres actuando por los costados en las funciones de punteros o extremos. San José y Quinteros también emplearon esta suborganización posicional, pero con Holan lo que varió fue el repertorio de algunos movimientos.

En el tricampeón fue recurrente la fijación de los delanteros externos ‘abiertos’, garantizando así la amplitud en ataque. Esto permitió la generación de espacios interiores para las rupturas recurrentes tanto de los volantes mixtos como de los laterales en sus desdoblamientos diagonales hacia el área rival.

Lo otro distinto resulto ser el cambio de perfil en el eje de la línea ofensiva. Holan optó por un ‘9’ neto, en fricción con los centrales, sin abandonar el centro del ataque y ejecutante de agresivas diagonales en el frontis del área. Un cambio importante en relación a lo que en el bicampeonato realizó Sebastián ‘Sacha’ Sáez, aportando más en la construcción de juego y generación de espacios, pero con un impacto menor en la cuota de goles del equipo.

La organización de base en el mediocampo la constituyeron un ‘6’ y dos ‘8’. El primero como un elemento clave de equilibrio y estabilización del conjunto, sobre todo en la fase ofensiva, y los otros volantes como articuladores del nexo con el ataque. Una suerte de dos creadores, acompañando por sus zonas de influencia las asociaciones en busca de profundidad. Además, plenamente comprometidos con flanquear el mediocampista central cuando el rival dominaba.

En el accionar defensivo el rasgo distintivo de Holan fue la imposición de salir jugando desde atrás en forma permanente, incluso poniendo en riesgo la propia portería. Un gran aporte en esta labor fue el trabajo de Valber Huerta, gracias a su buen manejo del balón con la pierna zurda y la precisión en sus habilitaciones a distancia. La idea de enlazar las tres líneas del equipo a través de la circulación del balón adquirió plena realidad en el título del 2020 y los cuatro integrantes de la defensa, a diferencia de los dos ciclos anteriores, esta vez sí tuvieron un rol constante y relevante.