La indignación de Vidal

Arturo Vidal espera su oportunidad para volver a la titularidad en el Inter de Milán, puntero del Calcio corridas 25 fechas. Pero también mira a Chile a casi 12 mil kilómetros de distancia. Y ahí no espera: reflexiona, se molesta y actúa a propósito de la decisión del consejo de presidentes de asignar solo medio cupo de ascenso a los equipos de la segunda división profesional, serie donde en 2021 figura Rodelindo Román, club de propiedad del volante de la Roja.

Vidal no solo envió un misil de alto impacto asegurando que quienes votaron en contra del ascenso directo eran unos "asegurados, cobardes, preocupados de sus bolsillos y dañando a los demás, una vergüenza" sino que habría puesto en duda su venida a la selección para los partidos clasificatorios de fin de mes como repudio por la medida.

Independiente de que el presunto aviso del volante probablemente quede en nada por su apego a la selección y la urgencia de los puntos para la carrera a Qatar 2022, la reacción visceral de Arturo –segunda tras un primer posteo el 25 de febrero– encarna una sensación de frustración e impotencia que, de seguro, experimenta también el resto de los clubes de la división. De hecho, Carlos Albornoz, vicepresidente del Rodelindo Román, confirmó que la serie bajará la cortina perjudicando laboralmente a alrededor de 400 personas si la medida se mantiene.

Cuesta imaginar habiendo el Sifup citado a una asamblea extraordinaria que la decisión no sea revocada. Más existiendo el precedente del fallo del Tribunal de Libre Competencia respecto de lo irregular del cobro de entrada y salida de Primera B. Aquella sentencia debe ser litigada aún en la Corte Suprema, pero es realmente impensable que cambie de curso. El tema del medio cupo representa una impresentable barrera de entrada a la categoría y además de ser potencialmente un caso judicial en sí mismo podría incluso transformarse en un argumento extra en el máximo tribunal.

Vidal sacó la voz con justa razón y dio peso a clubes sin voto ni peso en el consejo de presidentes visibilizando, de paso, la enorme brecha entre quienes reciben dineros de la televisión y aquellos que no. Cómo diablos un equipo de segunda profesional, con límites de edad, extranjeros y pago de planilla podría competir en un partido definitorio con un club que mensualmente recibe más de 80 millones de pesos, no tiene restricciones de edad en el plantel y puede contar con varios jugadores foráneos. Por mucho que este último sea el equipo de peor rendimiento en la B, la diferencia es abismante. Y atenta contra el principio básico de competitividad.

No hay que ver debajo del agua para darse cuenta que esta resolución es una mezquina medida proteccionista que no hace más que blindar a los mismos de siempre y voraces oportunistas como Lautaro de Buin que desconociendo sus raíces votó a favor del medio cupo pese a anunciar lo contrario en sus redes sociales. Triste realidad de un grupo cerrado que optó por una triquiñuela para salvaguardar sus intereses de la peor manera.

Pregunta al margen, si la Federación, con su tutela natural de la selección, estuviese separada de la ANFP, ¿Vidal habría considerado un acto de rebeldía como el que comentó a sus cercanos? Probablemente, no. Porque serían mundos distintos. Pero esa es otra historia que esperemos algún día se corrija.