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Garin y el sueño inconcluso de González
"Si comparamos las dos participaciones anteriores de Garin en la capital gala con el cuadro que tiene para esta versión, podríamos pensar que está hecho a mano para lo que él necesita..."
Han pasado 12 años desde Fernando González perdió esa dolorosa semifinal de Roland Garros contra el sueco Robin Soderling, la última gran oportunidad de que un chileno hiciera historia en un Grand Slam. Un partido que quedó ahí, congelado en el tiempo, y que muchos decidimos no volver a ver.
En ese entonces yo tenía 13 años, y aún recuerdo la pena que sentí al enterarme que el 'Bombardero' se quedó en el camino en París. Cursaba octavo básico en el Colegio Melipilla y no tenía permiso para faltar. Además, mucho no hubiera servido: en la pensión que vivía no tenía televisión por cable. Tuve que seguir el marcador en clases, escondido, y administrando de la forma más útil una bolsa de navegación limitada.
Mientras escribo, vuelvo a ese momento. Soderling estuvo intratable esas semanas en Francia. En cosa de seis días dejó fuera a David Ferrer, Rafael Nadal y Nikolay Davydenko. Pero la sangre y la ilusión tiraba. Y González nos daba razones. Ya lo había demostrado en Australia dos años antes llegando a la final, siguiendo un camino parecido al del sueco en Bois de Bolougne.
Mi ilusión de ver un partido de 'Feña' en vivo dependía de ese día viernes. Si ganaba, podría verlo el domingo, cuando estuviera en la casa de mis padres. Pero todo partió mal cuando vi en ese marcador de internet que 'Gonzo' estaba 2-0 abajo en sets. Eso sí, me negaba a aceptar que estaba todo perdido. Y él también. Se metió de lleno en el tercero y cuarto, por lo que todo se definió en el quinto. Yo estaba desesperado. No tenía cómo ver semejante proeza. Para colmo, González se puso 4-1 en el quinto. No sabía cómo contener mis emociones. Pero después todo eso se desplomó. Soderling resucitó y fue quien se metió en la final.
Si comparamos las dos participaciones anteriores de Garin en la capital gala con el cuadro que tiene para esta versión, podríamos pensar que está hecho a mano para lo que él necesita. Sí, muchas veces la lógica no corre en el tenis y se dan sorpresas, pero tanto en 2019 como 2020 se topó con versiones estelares de Stan Wawrinka y Karen Khachanov.
El cuadro de Garín hoy es otra cosa. Juan Ignacio Londero aparece en el estreno. El 'Topo' está en su peor momento desde que se metió de lleno al tour ATP, al punto que jugará en París estando fuera de los 100 mejores del ranking. Después aparece Emil Ruusuvuori (talentoso, pero inestable aún) o Mackenzie McDonald, proveniente de las clasificaciones y en tercera podría llegar Grigor Dimitrov. El búlgaro es siempre peligroso, pero está en un momento en el que siempre te da una chance de meterte en el partido. Hoy no es regular, se atrapa con facilidad si las cosas no le salen y da mucho ritmo, lo que justamente necesita Garin.
Con ese panorama ya podemos pensar hasta en octavos. ¿Quién puede aparecer ahí? Daniil Medvedev, dos del mundo, pero que odia la arcilla y al que 'Gago' ya le ganó en Madrid. Aunque, sinceramente, no veo al ruso llegando a dicha instancia e incluso pondría varias fichas en otros dos jugadores: Reilly Opelka, que se lució con su saque en Roma (condiciones parecidas a París en cuanto a la nula altura de ambas ciudades), y el kazajo Alexander Bublik, amigo del chileno y quien ya perdió con Garin en Hamburgo 2020.
Entonces, ya no es tan descabellado mirar a cuartos. Allí, la lógica dice Stefanos Tsitsipas. El griego, para mí, tiene el tenis más bonito y bien jugado de la actualidad. Su derecha es completa, con diferentes alturas y peso, tiene un revés buenísimo y sale de aprietos de gran forma con el saque. Garin ya le sacó un set a 'Stef' en Alemania y ha demostrado que, cuando está enfocado y metido en su plan de juego, le puede dar pelea a cualquiera.
Con estos antecedentes está claro que uno puede soñar con una linda participación de un chileno en un Grand Slam. Así como en otras épocas nos acostumbró el 'Chino' Ríos y González, 'Gago' tiene las armas suficientes para pensar en dar un salto de calidad y meterse de lleno entre los Top y superar esa barrera que significa ser un buen Top 25. En lo personal, mi ilusión también renace mucho más porque ahora puedo ver los partidos sin que una clase me interrumpa...