Macarena Navas (43) es un caso particular en la comunidad de kung-fu. Ella misma aclara el por qué: "El fuerte de las competencias es desde 18 años hacia abajo. Superior a los 20 también hay gente. Pero yo tengo 43. Generalmente tengo que competir en divisiones combinadas, porque no llega nadie de mi edad (risas)".
La deportista, nacida en Santiago pero que vive en Chicago hace más de 18 años, lo grafica con su último trofeo obtenido: "Hace un par de semanas gané un título que abarcó a seis estados del Midwest. Mis rivales fueron dos hombres que tenían, no sé, ¿25 años? Quizá menos. Y ambos eran cinturón negro de karate. Entonces, imagínate verme a mí en el podio, que no peso ni cien libras (risas)".
Hoy, Macarena se siente afortunada gracias a la disciplina que practica y lo hace saber. Sin embargo, también pasó por complejidades que la mantuvieron años alejada del deporte. En particular, hubo una que la obligó a tomar una decisión más drástica que solo apartarse de los beneficios del ejercicio físico. En conversación con AS, Navas habla de un tema que, admite, recién ahora se atreve a tocar nuevamente.
- ¿Cuándo comenzó su gusto por el deporte? - Siempre tuve interés por las artes marciales, desde chica, de cuando vivía en Chile. Pero, imagínate, tiempo atrás era súper poco difundida la disciplina, casi no había cultura, entonces tampoco había muchas posibilidades. En el 2000 comencé a practicar en serio, cuando estaba en la universidad. Elegí el judo, lo practiqué por un par de años. Me encantaba.
- ¿Y por qué lo dejó? - Mira, yo recién hace un tiempo atrás que me atrevo a hablar abiertamente de lo que me pasó. Yo me enfermé muy grave de anorexia y por eso tuve que dejar de practicar judo. Tenía muchas habilidades, era pequeña, muy rápida, se me daba bien. Pero me enfermé. Incluso, tuve que congelar la carrera a la que había entrado, que era Diseño Teatral en la Universidad de Chile. Una carrera súper linda, que estaba empezando a florecer en ese tiempo. Eran sus primeros años después de haber vuelto a democracia.
- ¿Cómo superó su enfermedad? - Yo estuve mucho tiempo alejada de las artes marciales, hasta que me vine a vivir a Estados Unidos. Eso fue hace 18 años, pero recién hace 15 volví al deporte. Creo que estuve cerca de seis años sin practicar algo. Ah, me vine porque me enamoré de un gringo. No te había contado la razón (risas). Las cosas fueron mejorando. Ya estando acá descubrí el turbo kick, que es un programa que mezcla música funk, pop y tiene movimientos de baile, de kick boxing, incluso. Eso me dio la motivación para después meterme a un gimnasio. Me gustó tanto que me hice personal trainer.
- ¿Y cómo conoció el kung-fu? - Primero comencé con artes marciales mixtas. Me metí en eso gracias a mi hijo, que también lo practicó. Al principio no me llamó mucho la atención, pero los sensei me convencieron. Estuve 3 ó 4 años ahí y también me terminé haciendo profe. Ahí enseñaba a niños de 12 años para abajo. Pero después me picó el bichito de la competencia. Tenía muchas ganas de enfrentarme a otros. Eso en 2014. Ahí fue cuando me puse en contacto con una escuela de kung-fu, entré y fue amor a primera vista. Me encantó ver a gente con armas, usando espadas largas, cortas, lanzas, nunchakus... dije "esto es lo mío, yo tengo que aprender esto".
- Y ahí no paró más... - No paré más. Entreno unas cinco veces a la semana, he participado en varias competencias. Hace un par de semanas gané la medalla de oro en una competencia que reunió a seis estados de Midwest, como te decía. He participado a nivel Illinois también. En pandemia, a pesar del Covid, fue todo muy productivo. Participé en un campeonato virtual, hubo 26 países y me hice un montón de amigos.
- ¿Cómo es participar en un campeonato virtual? -Me invitó un grupo de amigos, que se llama Kung-fu Chicago. 26 países de todas las edades, de los siete años en adelante, así que imagínate. Como te mencioné, para mí es súper difícil competir, por el tema de la edad, porque no hay muchos oponentes, entonces cuando veo que hay gente en el camino, por decirlo de alguna forma (risas), me motiva a montones. Competí con una niña de Líbano, y otra de México. Obviamente virtual es más fácil, porque grabas tu video, puedes regrabarlo si no te salió como esperas. Hay un poco más de flexibilidad y no están esos nervios de hacerlo en vivo, frente al público.
- ¿Cree que su historia de superación puede ser un ejemplo para otros que pasan por una situación similar? - Claro, a mí me interesa generar esa comunidad. Una comunidad de voz para las mujeres, de autoayuda, de superación también, debido a la enfermedad por la que pasé. También está el hecho de haber empezado tan tarde en las artes marciales... me interesa motivar a otras mujeres, a que se atrevan, que compitan, que no se pongan obstáculos. Crear esa comunidad sería muy importante, y creo que con buenas presentaciones personales en los próximos campeonatos, se podrá difundir aún más.
- ¿Cuáles son sus próximos campeonatos? - Ahora me preparo para una presentación que tenemos, a través del Centro Cultural Chino de Chicago. Ya nos ha tocado participar antes en el Año Nuevo chino, en presentaciones empresariales, y ahora viene una presentación muy grande que abarca Asia Pacífico. En cuanto a torneos, en tres meses más tengo otro torneo de nivel Midwest, después de eso me prepararé para conseguir auspicios y poder ir a competir a nivel nacional, y a competencias en Estados como Nevada, California y Florida.