Al escuchar hablar a Claudio Romero (21) la imagen de Marcelo Rios aparece en la mente. No porque el deportista sea tenista o se parezca al 'chino', sino que esa mentalidad del ex número uno del mundo de la ATP se reflejada en el joven lanzador de disco, quien lucha en Estados Unidos por meterse en la elite mundial de su disciplina .
"Siempre he sido competitivo. Se que soy fuerte comparado al resto, pero también hay tipos más fuertes, por eso siempre trato de exigirme. Ni siquiera por el atletismo, sino que por algo de ego, de querer ser el ‘hueon’ más fuerte ", afirma el díscobolo chileno desde Michígan, lugar donde pasa sus vacaciones antes de volver a la máxima competencia universitaria del mundo, la NCAA .
El ex campeón del mundo juvenil en Kenia 2017 ingresó a la Universidad de Virginia en 2019 para estudiar Relaciones Internacionales. En 2020 prácticamente no compitió debido a la crisis sanitaria y este año fue el turno de mostrar todo su potencial en la pista: logró batir el récord nacional en el lanzamiento de disco con un registro de 65.78 metros y quedando a escaso margen de lograr su clasificación a los Juegos Olímpicos.
- Rompió el récord nacional en dos ocasiones y fue segundo en el Nacional Universitario de Estados Unidos. ¿Qué balance hace esta primera parte de 2021? - Es difícil de describir. Indiscutiblemente fue un año bueno, pero al mismo tiempo venía de no competir en casi año y medio. Fue duro adaptarse al principio. Técnicamente nunca me encontré en todo el año, pero físicamente es lo más fuerte que he estado en toda mi vida. Eso me sacó adelante. Con el tema de los triunfos no podría estar más feliz, exceptuando por el segundo lugar del Campeonato Nacional Universitario y no haber clasificado a los Juegos Olímpicos por unos cuantos centímetros.
- Al principio dijo que le costó adaptarse en Estados Unidos, ¿con qué realidad deportiva se encontró? - Me encantó. La dinámica acá en Estados Unidos es totalmente diferente y te dan ganas de competir. En campeonatos chilenos uno va a hacer la pega nomás y después te devuelves a casa o a entrenar. Acá tienes competencias todo el rato porque el nivel es mucho más alto. Si te va mal en una competencia, sabes que el fin de semana siguientes van a competir contra rivales más fuertes y te vas a entrenar como un perro a la sala de pesas. Si no entrenas como un perro, después te van a comer vivo. Los atletas están interesados en el deporte, los entrenadores y la gente internacional que hay acá. El atletismo importa acá. El grupo de lanzadores de acá es extraordinario y mi entrenador es legendario. Siempre estamos ahí, comentando y midiendo quién es más fuerte. Es una competencia constante y sana. Tener a tu equipo gritándote a más no poder, al igual que tú, llega a ser emocionante. No me arrepiento nada de haber venido acá.
- ¿Cómo vivió ese año y medio donde no pudo competir, con el tema de la pandemia incluido? - Me perdí un poco. Me metí a ser estudiante y no tanto atleta. Estuve estudiando, socializando, pero no tenía esa chispa que me lleva a meterse a la sala de pesas para sacar máximos, o querer sacar mejor marca entrenando todos los días. Se veía tan lejana la competencia que me relajé, no perdí forma ni nada, pero tampoco mejoré. Mirando atrás, me hubiera gustado haberle puesto más.
- Y el tema de adaptarte a vivir allá, ¿cómo llevo ese proceso? - No te lo voy a negar. No pasó un día que me diera ‘paja’ no poder darle un abrazo a mi viejo, contarle mis problemas a mi mejor amigo o ir a tomar algo con los 'cabros'. Gracias a Dios he podido hacer grandes amistades acá que me han hecho salir adelante, mejorar como atleta y como persona, y demostrarme que se puede hacer. La gente en Chile no se puede compara con la de acá, son amigos los dos, pero allá en Chile son más como familia.
- Aparte de los estudios y lo deportivo, ¿qué le gusta de EE.UU? - Más que eso no me gusta tanto Estados Unidos. Ser tan chileno como yo, y hacer tanta broma ‘weona’ me ha puesto en problemas jajaja. Fuera de eso, me encanta la universidad, mis amigos, los profesores, mi entrenador. Me gusta vivir solo, tener mi pieza, tele, play. Me gustan todas esas cosas sencillas. También me encanta que puedas viajar a tantas otras partes en auto y que amigos tuyos de otras ciudades te inviten a esos sitios. Estados Unidos es enorme y no creo que lo termine de explorar en los dos años que me quedan acá.
- Mencionó también lo de quedar con la espina clavada de haber podido ir a los Juegos Olímpicos, ¿qué le faltó para poder ir? - Cuando hice mi mejor marca quedaba un mes para que finalizaran las clasificaciones a Tokio, pero después de los Nacionales me fue como el ‘culo’. Fui a un campeonato a en New Jersey, mi entrenador manejó cinco horas para allá y llegamos como a las 16:50. Se supone que competíamos a las 19:00, pero llegamos y los jueces nos dicen que competíamos a las 17:00. El organizador nos dijo que los disculpáramos, que se estaba divorciando y tenía la cabeza en otro lado. Competí sin calentar y lancé buenos lanzamientos. Lo sentí bien para las condiciones, pero me dio más rabia. Mi meta era ser un olímpico teniendo 21 años. Se que tengo mínimo dos Juegos Olímpicos más antes de retirarme.
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- En la Federación de Atletismo le tienen mucha fe de cara a Santiago 2023 y Paris 2024… - Lo que tengo entre las cejas es el Mundial de Atletismo el próximo año, en Eugene. La mínima es de 66 metros. También hay un Sudamericano Sub-23 ahora en octubre y un Panamericano Sub-23 en noviembre. No te voy a mentir, no he estado entrenando este verano, solo levantando pesas y estando en forma, pero no he hecho nada de técnica. Vuelvo y va a ser un mes de solamente técnica. Voy a estar en el básico, con pesas para ponerme fuerte. Cuando toque el Sudamericano y Panamericano el resto va a estar en peak y yo en subida.
- Han pasado unos cuatro años desde que logró la medalla de oro en el Campeonato Mundial de Atletismo Sub-18 en Kenia. ¿Cómo fue el llevar todas las expectativas y la presión sobre sus hombros? - Me encantaba jajaja. El tener todos los ojos sobre ti te da más razones para seguir metiéndole todo. No me gusta pensar en ese título mundial juvenil porque lo veo como un logro tan chico comparado a lo que estoy persiguiendo ahora. Cuando la gente habla de que salí Campeón Mundial en Kenia, siento como si estuvieran diciendo que ese fue mi peak. Como cuando mi mamá cuenta que salí Campeón Mundial Sub-18 y yo le digo que he realizado cosas más importantes, pero que simplemente el título no tiene tanto sabor.
- Después de ese título mundial le tocó un bajón en su rendimiento y ánimo antes de marcharse a Estados Unidos, ¿son algo superado? - Siempre he sido un ser humano particular jajaja. Todo eso es parte del pasado. Era mucho tiempo de ocio que tenía al no estar en el colegio, solo dando exámenes libres. Lo único que hacía era entrenar y era un cabeza de musculo. Mucho tiempo libre y de ocio te lleva a hacer malas decisiones, pero acá me tienen ocupado.
- ¿Cómo ve a Claudio Romero en cinco años más? - En cinco años más me veo siendo campeón olímpico. Después de este verano me puse la resolución de hacer todo bien: comer bien, no tomar ninguna cerveza y lograr ser la mejor versión de mi mismo este año. Quiero llegar al verano del próximo año levantando más de 360 kilos en peso muerto. El verano pasado levante 320, y el otro día leseando levante 300. Si levantas más de 400 kilos tienes que estar en la elite mundial. Yo se que, con la dieta de mierda que tengo y con lo ‘pajero’ que soy en verano, puedo hacerlo.