ORTEGA
Al borde del abismo
Lo que más decepción genera es que bajo ningún punto de vista era un partido para perderlo. Ni siquiera por 1-0, como finalmente sucedió con Chile frente a Brasil. Claro, un duelo para no perderlo atendiendo el trámite del encuentro, pero sí considerando los jugadores del rival en el terreno de juego (Neymar, Gabriel Barbosa, Vinicius Junior y Paqueta, entre otras figuras internacionales). En cada contraataque, no solo en el Monumental sino que también en miles de hogares se contenía la respiración para que los avances no progresaran y pusieran en peligro a Claudio Bravo. En una de estas cargas, la respuesta defensiva no fue la apropiada y los pentacampeones anotaron el gol del triunfo.
Lo peor de todo esto es que la Roja exhibió un buen funcionamiento colectivo. Me la juego: quizás el mejor desde que Martín Lasarte reemplazó a Reinaldo Rueda. Y así la derrota impacta más todavía. Chile fue un equipo compacto, con excelentes repliegues defensivos en el primer tiempo para neutralizar los contraataques rivales, control del balón y amplitud por el sector derecho para generar mucho peligro. Los tres del mediocampo (Pulgar, Aránguiz y Vidal) se conocen de sobra, se impusieron siempre en la circulación y ganaron en la marca. Mauricio Isla, junto a Vidal, fue también uno de los mejores de la cancha. Si el DT Tite, sin empacho, mandó a dos cracks internacionales (Vinicius Junior y Paqueta) a alternarse en la marca del lateral.
Combativo, corredor e intenso, Iván Morales cumplió en su debut en las Eliminatorias. Por supuesto que no fue el de Colo Colo (ojo, estuvo en la disputa con Militao y Marquinhos, centrales del Real Madrid y el PSG, por si acaso), pero en ningún instante transmitió la sensación de ser un elemento nuevo o externo al cuadro nacional. Eduardo Vargas también respondió, más rubio que nunca y con una contextura distinta además. Sin embargo, no solo varió en apariencia. Luego de una etapa inicial de fricción en el eje del ataque, tuvo piernas para abandonar su zona de acción, involucrarse en la construcción de juego y llegar de atrás en la maniobra de ataque. Es el de menor de edad de la generación dorada y la esperanza hoy es que no se aburra y abandone los nuevos hábitos que lo tienen virado. Puede darle más todavía a la Selección.
Vidal fue el mejor del campo de juego. A lo Vidal; yendo y viniendo, barriéndose en todos los sectores de la cancha, poniendo la pelota en el piso y jugando cuando la situación lo demandó, y con apariciones en el área para causar peligro, como en la polémica acción del posible penal de Casemiro. Lo mejor es que -en buen chileno, no se le arrancó la moto- tal como en otras oportunidades. Guapeó con inteligencia y la sensación fue que los brasileños lo miraban con respeto. Tiene que ser la reserva moral en los dos dos partidos trascendentales que vienen, contra Ecuador y Colombia. Como todavía es un crack en la cancha, no hay duda de que así será.
El problema de todo esto es que Chile se encuentra al borde del abismo. Otra derrota haría las cosas mucho más difíciles y el punto de no retorno estaría cada vez más cerca. Juego hay y futbolistas también, pero en esto último nos nos engañemos. Los mejores hombres de la Roja están de la mitad de la cancha hacia atrás. Por lo menos, Lasarte ya dio cuenta del asunto y tiene claro que no hay por dónde para atacar con tres delanteros. Solo quedó como opción transitoria en momentos puntuales de un partido, como ocurrió con el ingreso de Carlos Palacios, a los 70 minutos, contra Brasil.
Chile tiene que funcionar y armarse de atrás hacia adelante, no queda otra. Seamos positivos, el panorama es perfecto para profundizar en esta lógica táctica en los próximos partidos. Ecuador ataca y controla la posesión, así que habrá que estar firme en defensa, hacer circular el balón con trascendencia y maximizar la eficacia en ofensiva. Esto último chuta que suena fácil, pero Vargas y su acompañante contarán con más tiempo y espacio para la maniobra de ataque. Contra Colombia se presume lo mismo y además sabemos que a Rueda le gusta el buen juego y manejar la pelota, incluso sacrificando intensidad. Todavía hay margen de acción y, cuando el próximo jueves terminé el duelo en Barranquilla, esperamos que el equipo haya conseguido alejarse del abismo.