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ORTEGA

Un héroe sorprendente

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Un héroe sorprendente
JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT

Con 32 años, seguramente Gonzalo Sosa vive la mejor temporada de su carrera futbolística. El centrodelantero otra vez resultó trascendental en Melipilla para lograr la victoria y, si no ocurre nada extraño en lo que falta del Campeonato Nacional, la escuadra metropolitana jugará la próxima temporada nuevamente en Primera División. Un logro fantástico en vista de las características del plantel y porque también no ha contado con un sitio estable para ejercer de local y que los visitantes experimenten estar lejos de su lugar de confort.

Ahora, seamos claros, esto no habría sido posible sin Sosa en la delantera melipillana. Con el doblete que anotó en el 2-1 ante Cobresal, el argentino se convirtió en el goleador del 2021, llegando a 21 anotaciones, una más que Joaquín Larrivey hasta antes de que la U se mida contra Ñublense. Los metropolitanos han marcado en 37 ocasiones, por lo que el 58 por ciento de los tantos del conjunto que dirige Cristián Arán le pertenecen a Sosa. Como ha disputado 25 encuentros, su promedio de gol por partido también resulta notable: 0,84 en cada duelo.

Dicen que los clubes grandes preguntaron por él. Sin embargo, habrá que esperar el próximo mercado de pases para ver qué sucede definitivamente. En una de esas, surge tal vez una oferta de México o de otra liga de América con más poder económico que la chilena y el camino del ariete prosigue en el extranjero. Tiene 32 años, claro, pero es un año menor que Fernando Zampedri y nació casi un lustro después que Larrivey, así que no parece descabellado que también pueda recalar en un grande. Además, el retiro que antes se proyectaba hacia los 35 ó 36 años ya no es tal. Hoy, tranquilamente puede rozar los 40 y el ejemplo más claro lo constituye Esteban Paredes: dejó Colo Colo meses después de cumplir cuatro décadas.

En su estreno en Primera División, los antecedentes avalaban al delantero de Melipilla. En un cuadro que terminó solo en la quinta posición en 2020 y ascendió en la liguilla, Sosa marcó 17 tantos en los 28 partidos del torneo y se alzó como el goleador de la categoría. Antes, en 2019 y cuando llegó a su actual club desde Magallanes, sumó 12 conquistas y se convirtió el quinto máximo anotador de la entonces Primera B. Queda claro, entonces, que lo suyo es una curva de conversión en ascenso.

Hasta ahora, Sosa anotó 7 tantos mediante lanzamiento penal. Sin embargo, en las otras 14 conquistas con el balón en movimiento (Táctica Funcional), ha dejado en evidencia ciertos patrones de conversión que resultan indetectables e incontrarrestables para los defensas. Estas conductas de juego constituyen el eje de su notable desempeño dentro y fuera del área oponente. 

El argentino es lúcido al momento de la finalización de la maniobra ofensiva frente al arquero rival. Sus finiquitos suelen ser direccionados, buscando el espacio en la portería más factible para el ingreso del balón. Así mencionado parece un asunto fácil, pero la acción debe ser ejecutada en fracciones de segundo, con los centrales al acecho fuera del campo visual y el guardameta haciendo todo lo posible para impedir la conquista. Son pocos los que poseen esa claridad en el momento cúlmine y Sosa parece haberla alcanzado en esta etapa de su carrera.

Otro aspecto esencial del goleador tiene que ver con su juego de desmarcaciones. No es el rey de la movilidad en el eje del ataque, pero sí sus desplazamiento ocurren en el momento justo para recibir lejos de la marca y poder resolver. En este plano, su fuerte son las recepciones al costado el zaguero, ganándole el perfil y tornando insalvable la distancia para el cruce defensivo antes del finiquito del centrodelantero. Si a esto le agregamos que no exhibe problemas de perfil (convierte tanto con la pierna izquierda como con la derecha), su presencia se vuelve difícil de neutralizar.

No es una parte clave de su juego, pero el cabeceo igual posee importancia en los contenidos ofensivos del ariete de Melipilla. Por supuesto que anota en la faceta aérea, pero es esencialmente un centrodelantero terrestre, lo que no impide que en los envíos elevados hacia la portería su presencia genere peligro. Sosa es un cabeceador por ubicación y no tanto por brinco. Al respecto, su juego posicional resulta crucial cuando el balón inicia el viaje desde los costados de la cancha: desactiva toda referencia de marca, se les escabulle en el momento justo a los defensas y cuando detectan su intervención ya es muy tarde. Un goleador sorprendente.