Maira
Dame siempre a Montecinos
En vez de controlar la pelota, la dejó correr y salió disparado como si fuera una carrera de 100 metros planos. El mismo tipo que en juveniles fue desechado por su club debido a un físico que consideraron no apto para la alta competencia, dejaba atrás en la banda izquierda a Luis Advíncula, quizás el seleccionado peruano con más potencia y velocidad de los últimos años. Joaquín Montecinos ganó la carrera, aguantó un par de manotazos y tiró un centro que cabeceó Luis Jiménez, en una de las pocas y más claras ocasiones de gol en la inapelable derrota de Chile ante Perú en octubre pasado.
Montecinos soñaba con debutar en la roja y lo hizo a sus 25 años en un difícil partido que lo tuvo entre lo poco rescatable del último paso por Lima de la selección. El extremo de Audax Italiano entró un minuto después del segundo gol de Perú y en la media hora que estuvo en cancha, se movió por las dos bandas, pidió la pelota, intentó generar juego, erró algunos pases y generó la más clara ocasión de Chile en el segundo tiempo.
Al no sumar puntos, la clasificación de Chile al Mundial de Qatar colgaba de un hilo. El camarín era un funeral y el único jugador que fue a dar la cara a la conferencia de prensa en nombre de un plantel liderado por los referentes de la generación dorada, fue el mismo tipo que menos de un año atrás jugaba por Melipilla en Primera B.
Montecinos lleva tres convocatorias a la selección y su nombre está de moda. Fue de los mejores en los amistosos recientes de la roja en Estados Unidos y se habla de que podría ir a Italia o España. Son los mejores días de una luchada carrera que ha sacado adelante a punta de foco, mentalidad positiva y profesionalismo.
En las inferiores de La Serena, el técnico de la Sub 15 no lo inscribió por considerarlo físicamente débil. En vez de echarse a morir, partió a entrenar por seis meses con la selección de halterofilia para desarrollar su musculatura. La cabeza la entrenaba desde chico aguantando los duros consejos de su padre, el ex delantero, goleador y seleccionado nacional, Cristián Montecinos, que siempre le remarcaba lo que tenía que mejorar.
Llegar a su puesto tampoco fue fácil. Después de años jugando en equipos de Primera B como lateral y volante de contención, en Melipilla consolidó su lugar en la cancha. En ataque, por la banda derecha fue el puesto definitivo que lo llevaría rápidamente a Audax Italiano haciendo su estreno en primera división a punto de cumplir 25 años.
Antes tuvo más malas que sorteó a pura mentalidad positiva. En 2015, habiendo sido parte del proceso de la Sub 20, quedó fuera de la nómina final para el Sudamericano de la categoría en Uruguay. “Espero que les valla espectacular a cada uno de ustedes. Luchen cada pelota como si fuera la última, mojen la camiseta loco, ustedes son los mejores”, puso en su cuenta de Instagram el día que sus compañeros de selección debutaban en el torneo que tuvo que ver en una pantalla.
Al año siguiente, jugando por La Serena, sufrió una fractura de tibia y peroné que lo tuvo casi un año sin jugar. “Voy a salir más fuerte”, dijo mientras se recuperaba y tenía razón.
Montecinos está en sus mejores días y está condenado a seguir escalando. Aparte de sus condiciones futbolísticas, donde destaca su potencia y velocidad, tiene la película clara. Apenas fichó por Audax en noviembre de 2020, dijo que lucharía por llegar a la Selección. En ese entonces sonaba como una lejana fantasía para un jugador proveniente de la B, pero en menos de un año Montecinos ya estaba entrenando en Juan Pinto Durán.
Su objetivo ahora es jugar en Europa y para eso vive las 24 horas como deportista de elite. En el encierro de la pandemia entrenaba en doble jornada y se preocupó especialmente de la alimentación. Dice un testigo de su llegada a Audax que inmediatamente marcó diferencias en su manera de encarar la profesión. Entrenar al máximo, descansar, hidratarse bien y alimentarse como un atleta, son parte de un manual que le está pagando. Cuando le preguntan si está en su mejor momento, Montecinos dice que no, que eso está por venir. Y lo más seguro es que tenga toda la razón.