"No soy campeón mundial, pero ya le gané a la vida", afirma Juan Pablo Meza (30) en medio de una extensa entrevista con AS. Es el desahogo del deportista que, a los 22 años, decidió iniciar su camino en el boxeo para escapar de las drogas y la delincuencia. Aquí ofrece un relato que impacta, pero que también busca generar conciencia en quienes estén pasando por algo similar. "Sí, se puede salir adelante", dice el púgil, que es profesional desde el 2018.
"Voy a ser campeón mundial. Si otros han podido, ¿por qué yo no voy a poder?". Juan Pablo Meza parte la entrevista con personalidad - ¿En qué está actualmente? - Posiblemente pelee el 29 de enero para tener roce. Hay dos posibilidades: una, que sea en Chile, y otra, que sea en Miami. Yo creo que nos faltan unas tres peleas más para buscar un título latino. Después voy a ser campeón mundial.
- Ah, su convicción es total... - Sí, esa es mi meta. Para eso estoy trabajando desde que entré al boxeo. Si otros han podido, ¿por qué yo no voy a poder?
- ¿Y eso para cuándo lo proyecta? - Quiero ir paso a paso, conquistando etapas, creciendo como boxeador. A pesar de la pandemia, este último año seguí entrenando y no paré en ningún momento. En mis últimas peleas he subido mucho el nivel... Mi récord está 4-2, y ahora vamos a buscar rivales mucho más fuertes, para ir por un título latino. Después ya quiero subir en el ranking y tratar de, en unos cuatro o cinco años más, estar peleando un título mundial si Dios quiere.
"Pude dejar mis adicciones... Mi familia y mis vecinos están orgullosos. Quizás todavía no soy campeón mundial, pero ya le gané a la vida". El boxeo rescató a Meza - ¿A qué edad empezó en el boxeo? - Entré a los 22 años, súper tarde. Yo creo que cachaste que yo era un poco desordenado... Entré recién a aprender y, a pesar de eso, fui disciplinado y he ido rápido. De hecho, para mí ya es un sueño ser profesional. Siempre he tenido la convicción de que voy a ser campeón mundial, pero ya estoy viviendo el sueño. Pude dejar mis adicciones, y mi familia y mis vecinos están orgullosos. Para mí, eso es súper gratificante. Quizás todavía no soy campeón mundial, pero ya le gané a la vida. Es algo que muchos campeones no han logrado.
- ¿Qué lo motivó a boxear? - Lo que pasa es que yo empecé a ir a la iglesia y justo conocí el boxeo. Se dieron las dos cosas. Trabajo en la recolección de basura y llevo muchos años ahí. Y un día, después de trabajar, nos fuimos a cortar el pelo con un compañero y había un cabro que estaba hablando de peleas. Y yo, como era más flaite, le pregunté que por qué hablaba de eso y me dijo que era boxeador y que entrenaba en El Campamento, que está cerca de mi casa, en Conchalí. Era una cancha de baby, que no tenía ni un saco. La cosa es que hice sparring con él y me pegó y no duré ni 10 segundos. Y ahí me motivé. Dije 'no, cómo este me va a pegar'. Aparte que uno es 'cuentiao', de la calle. Mi compañero siguió y yo me salí, porque seguía haciendo mis cosas. Habré estado un mes... Esto pasó a los 18 años. Si hubiese seguido a esa edad, habría sido mucho mejor. Ya después, a los 22, me comuniqué con el profe de nuevo y ahí entré al boxeo y no me salí más.
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En 2016, Juan Pablo Meza fue campeón de Chile en boxeo olímpico. Lo hizo en la categoría peso pluma. Hoy compite en gallo y tiene un récord de 4-2 (1KO). - Entre los 18 y los 22 años, entonces, siguió en la 'oscuridad'... - Sí, como desde los 15 años. Seguía en lo mío y después, a los 22, ya conocí la iglesia y justo me llamó el profe y empecé a hacer deporte, a distraerme. Igual me seguía drogando, haciendo cosas, pero con el tema de la competencia y el querer lograr cosas, me di cuenta de que servía para algo. Eso me empezó a motivar más, así que seguí mejorando y peleé harto en amateur. Creo que hice como 60 peleas. En el 2014, por ejemplo, hice 17 peleas. Peleaba más de una vez al mes. Estaba full y muy enfocado.
"Empecé a drogarme y a robar... Hartos amigos murieron y otros están presos". Meza aborda su momento más oscuro - ¿Y cómo fue que entró al mundo de la delincuencia y las drogas? - Yo creo que fue un poco la carencia de que mi papá estaba metido en el alcohol y me refugié en cosas que no debía. Vivo en una población y todos mis amigos, la gente de por acá, no son muy tranquilos. Entonces uno, como más chico, quiere ser como el más grande y busqué ídolos en personas que no debía. Empecé a drogarme, a robar y después me metí en cosas más grandes. Mi mamá se dio cuenta, y ya después no me interesaba que supiera. Ella sufría caleta, no dormía nada y yo la trataba mal. Fue una etapa súper fome. En ese momento, no me daba cuenta del daño que hacía, pero gracias a Dios después sí me di cuenta, porque hartos amigos murieron y otros están presos. Algunos me han ido a ver pelear y converso con ellos. Se alegran harto de que yo esté en esto ahora. Mi mamá y mis vecinos están orgullosos. De hecho, para un campeonato no tenía zapatillas para pelear y entre todos mis vecinos me compraron un par. Para mí, eso fue súper bacán. De primeras, nadie me quería por andar desordenado, y después todos estaban orgullosos. Paso por ahí y me saludan. Soy el campeón de la población... Me motiva el poder ser un ejemplo para los niños, para mis sobrinos. Debo llevar unos 12 años sin consumir drogas.
- Harto tiempo... - Gracias a Dios estoy súper enfocado. He avanzado tanto que no miro para atrás. Mi meta es ser campeón mundial y estoy luchando por eso. Trabajo en la basura en las mañanas y entreno dos veces al día. Creo que con trabajo duro se puede, y si otros los han logrado, yo también puedo. Voy a ser el primer campeón mundial chileno.
"Mi vida cambió al 100 y lo que pretendo es ser un ejemplo para los niños". La nueva meta de Meza - ¿Qué fue lo más terrible que hizo en ese periodo de delincuencia? - Condoros súper graves, de dañar a gente... Un niño quedó en silla de ruedas. Cosas así. Son brígidas para contarlas, pero llegué a hacer cosas malas. Igual me arrepiento, pero, en parte, lo que soy ahora también fue por lo que viví. Gracias a Dios, cuando entré a la iglesia, le pude pedir perdón a toda esa gente que le hice daño. Y a mí me costó mucho, porque es el orgullo de uno... Pero sí me siento tranquilo porque pedí perdón. Ahora mi vida cambió al 100 y lo que pretendo es ser un ejemplo para los niños, para los jóvenes. A través de mi Instagram (@juan.pablo.box) trato de transmitir mi vida deportiva, para que vean que se puede salir adelante cuando uno viene de abajo. Eso me motiva.
"Me costó dejar la cocaína". Meza recuerda su experiencia con las drogas - ¿Y qué drogas consumía? - De todo, menos alcohol. Yo creo que fue por mi papá, ya que quedé como traumado. Consumía marihuana, cocaína... Lo que nunca probé fue la pasta base, gracias a Dios. Ahí hubiese sido brígido. La cocaína fue lo que más me costó dejar.
- ¿Por qué sentía que debía consumir drogas y delinquir? - De pronto, el querer demostrar que uno es más choro que otro, como la ley de la calle. Siempre he sido muy decidido, y si quiero lograr algo, lo hago... Así mismo era en ese mundo. Veía que si mis amigos hacían algo, yo tenía que ser peor, ser más malo. Y era cabro chico, entonces nada me daba miedo. Fue súper complicado, porque no medía las consecuencias de las cosas que hacía. Me mandé condoros súper feos. Gracias a Dios nunca tuve un problema, como que me hayan pillado o algo así. A lo más salí una vez en las noticias con una foto mostrando unas pistolas. Fue un tiempo que la PDI estuvo investigando... En un momento estuvo de moda subir las fotos de sus armas a Facebook y ahí me pillaron. Pero igual traté de cuidarme harto en eso, para que no me pillaran.
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La foto de la que habla Juan Pablo Meza. - Y ahora, que mira hacia atrás. ¿Le avergüenza el tipo de fotos que se sacó? - No, porque quizás Dios permitió que yo viviera eso para ahora poder hablarles a otros jóvenes que están viviendo lo mismo y piensan que no pueden salir. Yo les puedo decir, con hechos, que sí se puede. Hay mucha gente que te critica cuando uno está así, que piensan que no sirves para nada, que no vas a cambiar, pero pude darle la vuelta al destino. A pesar de que uno viene de población, de los prejuicios... Te miran en menos y siempre es un poco así. Ahora, gracias a Dios, soy profesional, tengo metas y sueños grandes, y pretendo cumplirlos. Soy súper obsesionado cuando quiero algo: lucho hasta que lo consigo y sé que esta no será la excepción.
"Muchas veces estuve al borde de la muerte. Las balas me pasaban al lado de la cara". La cruda confesión de Meza - ¿Alguna vez estuvo al borde de la muerte? - Sí, muchas veces. Y yo digo que solo fue Dios, porque me pasaron las balas al lado de la cara. No te das cuenta, y al otro día te miras y dices 'gracias a Dios no me pasó nada'. Una vez en la calle me pegaron con un bate, porque le había pegado a un cabro. Me pillaron drogado en una esquina y me quebraron los dientes. Hace poco me los pude arreglar, pero hartas veces he estado en peligro.
"Me di cuenta de que las cosas se valoran mucho más cuando se ganan con esfuerzo... De toda la plata que gané robando, juro que no tengo nada". Meza reflexiona en torno al dinero - Hábleme un poco más de la gente que lo acompañaba en ese tiempo. - La mayoría siguió delinquiendo y muchos murieron. Es una lástima, porque eran cabros jóvenes. Sus familias sufrieron. Otros están presos... Es súper complicado. Yo creo que de todos con los que me juntaba, hay dos que cambiaron porque tuvieron hijos. Lo que pasa es que cuando hay mucha plata en eso, es difícil salir. A mí me costó, porque era ganar dinero fácil. Y después, levantarte temprano para ganarte la plata, es difícil. Estás acostumbrado a gastarte la plata, comprar drogas, salir con cabras, ir para la disco... Me desaparecía una semana e iba para la playa a drogarme. Y ahora, en este mundo, me daba vergüenza que me vieran que era laburante.
- ¿Por qué? - Porque yo estaba robando. En la calle es feo que te vean como laburante. En la basura se trabaja muy temprano y no sales tan tarde, entonces pasaba piola. Pero estuve mucho tiempo escondido para que no cacharan que trabajaba en la basura. Me costó al principio, porque no tenía la misma plata. Tenía que jugármela por ganar las lucas, pero después le tomé el gusto. Me di cuenta de que las cosas se valoran mucho más cuando se ganan con esfuerzo. Ahora, gracias a Dios, arreglé toda mi casa, con premios del boxeo, de la tele y plata de la basura. He podido salir adelante con esfuerzo y de toda la plata que gané robando, te lo juro que no tengo nada.
"He conversado con cabros con los que yo me agarraba a balazos, y ahora se dieron cuenta que cambié". Meza dejó atrás las disputas callejeras - ¿Cuánto le costó reinsertarse en la sociedad o que la gente le vuelva a tener confianza? - Más que la gente y la confianza, costó salir de los problemas. A mí me gusta pelear y la adrenalina, y cuando ni siquiera los problemas eran míos, me metía a defender a mis amigos. Nos pescábamos a balazos con otros y tenía problemas con mucha gente. Entonces, cuando yo quise hacer un cambio, ellos no lo entendían. Recuerdo que una vez, cuando recién empecé a ir a la iglesia, me invitaron a predicar a la calle y pasó un cabro con el que tenía problemas y me quería pegar. En mi mente yo decía '¿qué hago? no puedo pelear aquí'. Yo estaba tratando de salir de ese mundo y no te dejan, porque no te creen. Piensan que te estás saliendo por miedo. Y mi orgullo también me decía 'chuta, igual no me voy a dejar pasar a llevar'. Eso era como lo más difícil. Y lo otro, la plata, porque te acostumbras a ganar harta y después tienes que esforzarte.
- ¿Aún tiene problemas o ya está todo superado? - Todo está superado. De hecho, muchas de las personas con las que tuve problemas, hoy me "admiran". He conversado con cabros con los que yo me agarraba a balazos, y ahora se dieron cuenta que cambié. Yo tenía un amigo que iba a la iglesia y por eso igual empecé a ir. Los dos andábamos robando juntos, y él cambió y su familia empezó a verse de otra forma. Su mamá, por ejemplo, era traficante. Y yo empecé a querer eso, porque lo veía bien. Eso es lo que yo creo que les pasa a ellos (sus ex 'rivales' en la calle) ahora.
"Quiero sacar a mi familia de la pobreza". Meza se plantea otro objetivo - ¿Cómo cree que lo ven? - Me ven bien, feliz con mi familia y recuperé el amor de mi mamá, a quien hice sufrir tanto. Mi papá, por otro lado, falleció por el alcohol. Igual me arrepiento un poco no haber estado más tiempo con él. Gracias a Dios alcancé a pedirle perdón, a hablar con él, pero quedé con la deuda de que nunca me pudo ver pelear. Él una vez me prometió que iba ir a verme, y te juro que entrené como nunca. Esa pelea se la iba a dedicar a él y hasta me mandé a hacer una polera. Mi papá ya no vivía conmigo, porque en ese tiempo lo había echado de la casa. Yo me había puesto choro y él ya estaba más viejo. Pero lo cierto es que él me había prometido que me iría a ver.
- ¿Y qué pasó? - El mismo día de la pelea me llamó mi tío y me dijo que mi papá no iba a llegar porque estaba curao, durmiendo. Mi sueño se frustró, pero él sí está orgulloso de mí... Como me faltó pasar tiempo con él, ahora le dedico todo el tiempo a mi mamá. Trato de aprovecharla al máximo y recuperar lo perdido, hacer las cosas bien, estar enfocado, para que ella se siga sintiendo orgullosa. Quiero sacar a mi familia de la pobreza, aunque es difícil aquí en Chile. Imagínate: yo soy profesional y tengo que seguir trabajando en la basura. Si no juegas fútbol, se hace difícil.
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"Más que cumplir mis sueños, quiero darle a mi mamá lo que se merece". La emoción de Meza al recordar el sufrimiento de su madre - Cuénteme más sobre cómo la pasó su madre. - Imagínate cómo debe haber sido para mi mamá, que vivió con su esposo, que siempre fue alcohólico. Desde que nací, nunca los vi darse un beso, nada. Vivíamos en la misma casa, pero eran peleas todos los días. Mi papá llegaba golpeando la mesa, y cuando estábamos tomando once, él me botaba el té. Era agresivo cuando tomaba, pero te juro que, cuando no lo hacía, era distinto. El problema es que después se la pasaba curao. Entonces, todos los días eran problemas y ella era la que más sufría. Después me veía a mí, que fui creciendo, y discutía con él (su padre) y varias veces estuve a punto de pegarle. Fue terrible. Después yo caí en la droga, entonces fueron años muy complicados. Mi mamá mantenía la casa, porque mi papá solo tomaba. Ella hace cortinas en un taller de la población y lleva 29 años ahí. Desde que nací que ella ha luchado por mí. Entonces, yo creo que ese corazón de guerrero que estoy sacando es por ella, mi mayor admiración. Nunca he tenido un mal ejemplo de su parte. Todo lo contrario: la admiro mucho por su fortaleza, por haber aguantado tanto. Ahora, más que cumplir mis sueños, quiero darle lo que ella se merece. Me emociono un poco, porque igual es difícil recordar... Quiero luchar por ella. Es mi mayor motivación.
"A pesar de que te digan que no vales nada, de que piensen que la droga te va a consumir, se puede salir adelante". El mensaje final de Juan Pablo Meza - Me imagino que su realidad y la de sus padres se debe vivir en muchas familias chilenas. ¿Qué mensaje les dejaría a las personas que están pasando algo similar? - Sabes que por Instagram me llegan muchos mensajes de mamás y me dicen 'mi hijo está pasando lo mismo que tú', 'me gustaría que mi hijo cambiara como lo hiciste tú'... Son mensajes que me parten el corazón, porque están viviendo lo que yo viví. Ahora he ido a centros de rehabilitación a hablar con jóvenes, a mostrarles mi ejemplo de vida, de que ahora soy profesional tras darle un vuelco a mi vida. Quiero decirles que se puede. A pesar de que te digan que no vales nada, de que piensen que la droga te va a consumir, se puede. Hay que tener fuerza de voluntad y el apoyo de la gente. Yo nunca pensé que iba a ser profesional en algo. Recién estoy empezando mi carrera y pretendo terminarla de la mejor forma. Quiero tratar de darle alegrías a mi país y decirles a esas mamás que tengan esperanzas en sus hijos. Esto es una enfermedad y es difícil. Es un trabajo de años, que va desde adentro hacia afuera. Los cambios empiezan en la mente, que es lo más brígido, pero sí se puede.
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Juan Pablo Meza, a la derecha, en su última pelea (2021). Fue contra Joahnys Argilagos, en Miami.