La ruta de Jennifer González, una chilena pionera en la UFC: "Una vez dije 'me retiro... No puede ser que entrene, no tenga vida y no rinda'"

Jennifer González hizo historia. A sus 35 años, la oriunda de La Florida se convirtió en la primera chilena en firmar un contrato con la UFC y, por lo mismo, vive días alegres. Así lo deja al descubierto, por ejemplo, en su perfil de Instagram, donde ha compartido las múltiples reacciones que ha generado el histórico logro. Sus seguidores la etiquetan y le brindan cariño, y ella agradece. Demuestra cercanía.

En una extensa charla con AS, la luchadora repasa cómo ha sido su camino en las Artes Marciales Mixtas y explica de qué forma proyecta su arribo al octágono más famoso del mundo. Ese que ya han pisado otros chilenos como Diego Rivas e Ignacio Bahamondes, y en donde la 'Jefa' González se presentará con un récord de 13-5.

- ¿Cómo se siente al ser la primera chilena en llegar a la UFC?
- Estoy contenta, pero al ser la primera... como que no sé. No lo he pensado mucho (ríe), no lo dimensiono. Es que siempre he sido la primera en MMA en Chile: la primera que debutó a nivel profesional y, después, la primera que ganó en el extranjero. Entonces, (llegar a la UFC) es algo que iba a pasar.

- ¿Cómo han sido sus últimas horas?
- Normales... No me sorprendió el apoyo, porque sé que la UFC es una empresa que todo el mundo conoce. Es la que todos les interesa en el MMA... Entonces, se sabía que esto iba a llegar a los oídos de las personas que siguen las artes marciales. Igual, cada vez que he competido en algún evento, afuera, la gente me mandaba saludos.

- ¿Ha podido conversar con la 'Jaula' Bahamondes o el 'Pitbull' Rivas, chilenos con experiencia en la UFC?
- Mmm... Lo que pasa es que Pablo Villaseca, mi pareja y coach, fue el primer chileno en entrar a Bellator, que, después de la UFC, es la segunda empresa de pelea más importante. Entonces, él ya tiene experiencia. Y la verdad es que a Pablo lo veo mejor que a Bahamondes y Rivas (ríe). Tiene más edad y años de entrenamiento.

- ¿Cómo llegó la posibilidad de este contrato en la UFC?
- Hace un tiempo estuve en México, y allá conocí al entrenador de Brandon Moreno, el campeón de 125 libras de UFC, y entrené en su escuela por cuatro meses. Él se interesó en mí por mi récord de 13-5, y porque anduve súper bien en el sparring con Silvana Gómez, que está en UFC, y otra chica que era campeona de Combate Américas. Y la cosa fue que él me ayudó a competir en un evento en México (UWC), y ahí sumé siete victorias seguidas.

- Anduvo muy bien, entonces...
- Él esperaba ocho victorias para poder meterme a UFC o a Contender Series, pero con sus contactos de managers me firmaron a mí y a Eduardo Torres, mi compañero de entrenamiento, que tiene 11-1 de récord profesional. Pero dentro de eso (la firma) igual tuvo que ver mi récord y que Eduardo esté listo para Contender.

- ¿Cuánto ha luchado por este sueño?
- Llevo 10 años peleando y entreno desde los 13 años. Aunque hubo un periodo en que lo dejaba de hacer porque tenía otras responsabilidades. No es normal estar entrenando todo el día y no ganar nada (ríe). Tenía problemas en la casa, porque si me dedicaba todo el día a entrenar, no podía pagar las cuentas. No podía dedicarme 100 por ciento. Pero estos últimos 10 años he podido dedicarme, desde que conocí a Pablo, porque él estaba metido en las artes marciales. Él me ayudaba a entrenar, en la preparación física y comencé a mejorar de a poco.

- ¿De qué o de quién se acuerda en estos momentos?
- Es que, cuando yo empecé a competir en MMA a nivel profesional, no tenía peleas amateur, porque no había con quién competir en Chile. En ese entonces, era la única que estaba haciendo MMA. Un día tuve una pelea semiprofesional y mi rival quedó muy mal. De ahí nunca más pude conseguir otro combate.

- ¿Por los golpes que propinó?
- Sí, le pegué mucho. Entonces, la cara se le inflamó y como que igual se exageró el tema. Por eso después las chicas, las pocas y nada que habían, no querían pelear conmigo y me quedé sin competencias. Fue un gran error no haber hecho peleas amateur, porque la experiencia es súper importante dentro de la competencia.

- ¿Le pasó la cuenta?
- En mi segundo combate profesional fui a Brasil, pero peleé con una chica que tenía 6-0. La verdad es que desde allá me llevaron porque sabían que iba a perder... Yo me complicaba la cabeza, me ponía muy nerviosa y eso tenía que ver con que me faltaban peleas amateur y experiencia. Me costó mucho en las primeras peleas, por un tema mental y técnico. Por eso tengo 13-5. Pero con los años fui mejorando eso y ahora ya tengo más seguridad y estoy preparada para algo como la UFC.

- ¿Cuál es el momento más duro que le ha tocado vivir en su ruta deportiva?
- Las primeras derrotas, lo mental. Si yo en un momento dije 'no voy a competir más. No puede ser que entrene tanto, no tenga vida, y no dé ni mi 30 por ciento de lo que soy en la jaula'. Dije 'ya, no puedo'. Porque es peligroso, no es cualquier deporte. En un momento pensé en dejar de competir por el tema mental, porque no podía solucionarlo. Después pude reaccionar y disfrutar de lo que estaba siendo. Era un tema de ansiedad, de presión, porque a veces hay mucha de parte de la gente. Tampoco me gustan mucho los mensajes, por lo mismo de la presión. La gente asume que uno va a ganar y, sin darse cuenta, presiona. En mis primeras peleas perdí rápido y feo, y ahí como que la gente empezaba a decir que uno no servía... Pero igual siempre he sido muy persistente y sé cómo funciona esto. Pero no me gusta la presión, que la gente esté encima.

- ¿Qué le ha dicho su familia sobre el salto a la UFC?
- Hace tiempo que están contentos porque esté compitiendo, sobre todo mi mamá y mi hermano, quien fue el que me metió a las artes marciales, a los 13 años. Un día me cachó que yo, en octavo básico, me juntaba con gente que andaba fumando y todo eso. Entonces, dijo 'ya, un día me vas a acompañar a entrenar'. Y ahí no paré más.

- Su debut en la UFC está cerca: el 26 de febrero, ante la brasileña Josiane Nunes. ¿Cómo se lo imagina?
- (Piensa por unos segundos) No sé todavía (ríe). Todas las jaulas son iguales, pero quizás me voy a sentir un poco presionada por el lugar y porque habrá más gente pendiente. Pero, aun así, me siento bien. El único problema que veo es que no es mi categoría de peso. Me pidieron que esta sea en peso y después podré pelear en mi categoría, con el campamento (preparación) completo y todo lo que corresponde.

- Usted es peso mosca...
- Sí. Soy de 125 libras y voy a pelear en 135. Estuve viendo a la chica y es de mi porte. Yo soy bien baja, así que ahí no habría problema. Pero no es mi categoría, y yo no podría volver a pelear ahí, porque son muy altas, muy grandes, muy anchas. Vienen bajando de 70 kilos. Yo he peleado en 52 kilos y en 56, y he bajado de 64. Ahora bien, no estoy segura si voy a poder competir (en el debut), porque tengo un problema con mi pasaporte, que venció en noviembre. Ellos (la UFC) están desesperados con la visa, y todavía no me entregan el pasaporte. Lo saqué el martes pasado.

- ¿Para cuándo necesitan su visa?
- Lo necesitaban hace dos semanas (ríe). Si no alcanzo, tendría que esperar otra fecha. Pero tampoco es tan malo esperarme otra fecha, porque ya pelearía en mi categoría.

- ¿Le dejaría algún mensaje de advertencia a las luchadoras a la UFC? En la empresa suelen ser desafiantes...
- No, nada. Solo que siempre que voy a competir, a pelear, estoy segura de lo que soy. No le tengo miedo a nada.