Bielsa y la felicidad
Un inglés que nunca ha estado en Argentina usa en Inglaterra una camiseta de Newell’s Old Boys. Otro inglés lleva la cara de Marcelo Bielsa tatuada en el brazo. Un mural pintado en un edificio inglés con la cara del entrenador en tamaño gigante. Varios ingleses gastando cerca de 100 libras en una réplica del balde donde se sentaba el rosarino para ver los partidos de Leeds. Un niño inglés esperando a la salida del hotel donde concentraba el equipo, diciéndole a su padre, con lágrimas en los ojos, que el tipo que acaba de firmarle una camiseta, es su entrenador favorito. Es imposible explicar esta y muchísimas otras escenas de este tipo que Bielsa dejó en su paso de tres años y medio por el equipo de Yorkshire, sin entrar en las profundidades del deporte más lindo del mundo.
Lo de Bielsa no se puede explicar en los resultados del fin de semana. Hay que ir más allá de las estadísticas, porcentajes de rendimiento y los puntos de la tabla. Si no, sería imposible entender que su reciente despido del Leeds United por la mala cosecha de la temporada en curso, haya generado la infinidad de expresiones de tristeza y agradecimiento de parte todos los frentes ligados al equipo.
En una campaña objetivamente mala, con goleadas en contra de local, con una posición peligrosa en la tabla de posiciones, resulta una misión imposible encontrar a alguien en Leeds celebrando su salida. Si ya lo habían amado a su llegada, al devolver al equipo a la Premier League después de 16 años en el barro, el status del argentino en esas tierras pasó a ser leyenda.
Bielsa ha muerto en Leeds podría pensar algún desinformado al encontrar los mensajes de despedida salidos de todos los frentes vinculados al equipo. De una hinchada calurosa, del ciudadano común y corriente de Leeds, de aquella prensa a la que mucho tiempo atrás decidió mirar con estricta distancia e incluso de los mismos dirigentes que decidieron cortar su ciclo en Leeds anunciando su salida al mismo tiempo de un futuro memorial en su honor en Elland Road.
Lo mismo del plantel de jugadores al que exigió hasta el final como nunca antes le habían exigido. Como ese chico desconocido al que le confió la salida del mediocampo apenas tomó el equipo en 2018 y que terminó siendo pilar del ascenso y titular en la selección de Inglaterra. Emocionado, Kalvin Philips publicó: “Gracias Marcelo por todo lo que hiciste por mi. Viste en mi lo que ni siquiera yo había visto”. Otro pilar del proceso fue Liam Cooper, central de una defensa que lo extrañó demasiado en las últimas fechas, donde no pudo jugar por lesión, y comentó: “Estaré eternamente agradecido por todo lo que usted y su equipo hicieron por mi y mi familia. Una leyenda del club de nuestra era”. O como dijo Patrick Bamford, un delantero muy resistido por la hinchada en el inicio del ciclo Bielsa en la segunda división y que terminó como goleador del equipo y convocado por la selección inglesa: “el hombre que cambió todo para todos”.
Lo hemos oído mil veces; en muchos sentidos, el fútbol es como la vida, donde la felicidad es escasa y pasajera. Y Bielsa es lo más parecido a la felicidad.