COLO COLO - U. DE CHILE

Las causas de un triunfo aplastante

Los albos estructuraron la goleada ante la U en un breve lapso del primer tiempo. Luego, acentuaron sus aciertos y explotaron los errores rivales para ratificar la victoria.

MARCELO HERNANDEZ/PHOTOSPORT

Colo Colo dejó atrás el mal momento futbolístico con una revitalizante goleada por 4-1 frente a Universidad de Chile, en el estadio Monumental. Los albos sumaban dos empates y una derrota consecutiva, pero hoy todo es alegría en el plantel que conduce Gustavo Quinteros y el foco de la crisis se concentra únicamente en la escuadra azul. Es la tercera derrota en línea y el equipo fue incapaz de competir en buena forma durante gran parte del Superclásico, que se resolvió a favor del local en cinco situaciones de juego clave.

Poder de concreción

En los primeros segundos, la U estuvo cerca de convertir tras una buena maniobra asociada que incluyó a Darío Osorio y Ronnie Fernández, quien estuvo a un tris de dejar solo a Cristian Palacios frente a la portería local. Sin embargo, Colo Colo reaccionó y en cada llegada anotó. Solo cinco minutos le bastaron para quedar 3-0 arriba en el marcador, con goles a los 9′, 12′ y 14′. La incapacidad de finiquito anterior de los albos, evidenciada ante La Serena, Audax Italiano y Huachipato, la borraron de un plumazo. Y en ese momento del partido, la visita no fue capaz de articular una respuesta defensiva consistente: no juntó líneas cerca de su área o cuando lo hizo la marca de los rivales dentro del área resultó ineficiente.

Sin apoyo defensivo

Colo Colo atacó principalmente por el sector derecho, a través de situaciones de duelo de Pablo Solari contra Marcelo Morales. El zurdo de la U es un lateral con buena proyección ofensiva, pero en el control defensivo de su zona aún no logra la madurez que el puesto exige. Entonces, no pudo neutralizar al atacante argentino y lo peor fue que, por grandes pasajes del duelo, tampoco contó con apoyos defensivos que colaboraran con su gestión. Ninguno de los dos volantes centrales (Álvaro Brun y Felipe Seymour) ni el central izquierdo (Ignacio Tapia) garantizaron la cobertura que la conyuntura táctica demandaba.

Control absoluto

La estadística indica que la U registró un 52,7% de posesión del balón. No obstante, el elenco local fue el que manejó siempre las acciones en el mediocampo. Esteban Pavez, César Fuentes y Leonardo Gil no tuvieron ningún tipo de contrapeso. Principalmente, durante el primer tiempo, cuando el Cacique estructuró la goleada. Brun y Seymour, en el intentó por controlar el doble ‘6′ colocolino, descuidaron a sus espaldas a Gil y este recibió muchas veces libre para gestionar juego. Cuando fijaban la marca sobre el zurdo, Pavez y Fuentes quedaban sin marca para movilizar el balón a su voluntad. De esta formas, el tránsito local hacia la zona ofensiva resultó tan directo y profundo.

Pelotazo frontal

Los azules intentaron iniciar el juego desde atrás siempre a ras de piso y en forma asociada. Colo Colo dejaban jugar hasta el inicio de la zona media, sector en el que iniciaba la presión. Y ahí surgió otra gran dificultad para la visita: sin un nexo por detrás de la dupla de atacantes, el balón viajaba por el aire hacia Palacios y Fernández. Maximiliano Falcón y Emiliano Amor, en general, se impusieron en la disputa aérea (salvo en el penal de este último), pero cuando la pelota continuó sin propietario jamás los azules acudieron a quedarse con el balón. Entonces, el control volvía a retomarlo el Cacique, con la visita desconociendo un axioma básico del Ataque Directo que dice relación con adelantar líneas para conquistas las segundas pelotas y obtener un posicionamiento rápido en el campo rival.

¿1-4-4-2 o 1-4-2-4?

El DT Santiago Escobar encaró el desafío en el Monumental con una estructura posicional, en el papel, 1-4-4-2. Sin embargo, en los hechos, y sobre todo durante la primera parte del Superclásico, los azules intentaron atacar con cuatro hombres en ofensiva (sistema 1-4-2-4) y, en varias situaciones de transición defensiva, el equipo se fracturó, dejando solo un bloque de seis hombres (línea defensiva y dupla de volantes centrales) para proteger la portería custodiada por Hernán Galindez. En escasos momentos, Darío Osorio y Junior Fernandes actuaron de mediocampistas netos, a la altura del doble ‘6′, o generando el lateral bis si la exigencia táctica lo necesitaba. De hecho, solo en un par de ocasiones Osorio llegó hasta la propia línea de fondo en faena defensiva. También la apertura de la cuenta se generó, en el autogol de Bastián Tapia, tras un avance de Gabriel Suazo libre y sin ninguna oposición por el flanco derecho de la U.

Lo más visto

Más noticias