CHILENOS POR EL MUNDO

La nueva vida en Europa del primer arquero chileno que jugó la Champions

Fue por un viaje familiar y terminó quedándose para siempre: “El día a día es muy tranquilo, muy seguro, hay harto trabajo y la gente tiene buen pasar”.

La historia de Guillermo Burgos (45) da para una serie o una película. En 2001, recién titulado de Educación Física, viajó por un tema familiar a Andorra y se quedó para siempre. Allí, jugó fútbol en la liga local, disputó la Europa League y luego se transformó en el primer arquero chileno en competir en la Champions League. Con el Unió Esportiva Sant Julià jugó la fase previa ante el Levski Sofia de Bulgaria, en la edición 2008-2009.

“La mitad de mi maleta era ropa de fútbol y la otra era ropa normal. Me terminé quedando 12 años. Jugué fútbol y luego saqué el título de entrenador UEFA”, cuenta Burgos, en diálogo con AS.

“Luego volví a Chile y estuve trabajando como preparador de porteros en Deportes Temuco. Estuve cinco años allá, pero ahora ya llevo cinco más de vuelta en Andorra. Estoy trabajando con las selecciones femeninas y también como parte del cuerpo técnico de un equipo, el UE Santa Coloma. Disputamos la presente Conference League”, señala el ex portero.

- Cayeron contra un equipo de Islandia en la Conference League. ¿Cómo estuvo eso?

- Perdimos 1-0 la ida en Andorra y en la vuelta íbamos ganando por la mínima, pero sobre el final del primer tiempo nos empataron. En el comienzo de la segunda parte hubo penal y nos expulsaron a nuestro defensor. Ahí se acabó el partido. Terminamos 4-1. Éramos 10 contra 11 vikingos, unos verdaderos animales (risas).

- ¿Cómo recuerda su experiencia en la Champions League?

- Es un recuerdo muy bonito, una experiencia única. Yo fui el primer arquero chileno que jugó la Champions, incluso antes que Claudio Bravo, el mejor portero de nuestra historia. Las diferencias con los otros equipos eran enormes, pero se valora la experiencia. La semana previa la vivimos de forma increíble o cuando sonó la música antes del partido... En aquella época, los futbolistas en Andorra también trabajaban y tenían que pedir permiso para ir a jugar, así es que las diferencias con planteles de otros países eran tremendas. Hoy, la mayoría de los equipos son profesionales y no tanto por el dinero, sino por la dedicación que se les da.

- ¿Qué podría decir de Andorra?

- Andorra es un pequeño país entre España y Francia, en medio de Los Pirineos. Son 80 mil habitantes y la mayoría somos extranjeros: españoles, portugueses, franceses, argentinos, chilenos, etcétera. Es muy tranquilo. En noviembre se abre la temporada de esquí y ahí vienen muchos más chilenos a trabajar.

- ¿Cómo es el día a día?

- El día a día es muy tranquilo y muy seguro. Hay bastante trabajo, la gente tiene un buen pasar. En verano es muy cálido y en invierno es muy frío. El idioma oficial es el catalán, pero todos entienden el español. Hay tres sistemas educacionales: el andorrano (en idioma catalán), el español y el francés. Saliendo del colegio, nuestro hijo hablará esos tres idiomas más portugués por algún compañero y el inglés, que las generaciones modernas lo aprenden más rápido.

- En su retorno a Chile estuvo trabajando en Deportes Temuco...

- Sí, estuve en las series menores y de repente pasé al primer equipo. Con Luis Landeros conseguimos el ascenso a Primera, en 2016. Fue una linda experiencia.

- ¿Y por qué decidió regresar a Andorra otra vez?

- La tranquilidad de poder trabajar y estudiar en lo que uno quiere es impagable. Además, yo hice mi vida y mi carrera en Andorra. Me ofrecieron buenas oportunidades y con mi familia decidimos tomarlas.

- Entonces, ¿ahora se queda para siempre en Andorra?

- Uno nunca sabe, sobre todo después de una pandemia o de una guerra como la de Rusia y Ucrania, pero de momento estamos tranquilos. Yo estoy bien, mi señora tiene un buen trabajo y mi hijo está creciendo de buena forma.