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ENTREVISTA AS

“Es como vivir en el Chile de los 2000″: las insólitas historias de un PF nacional que brilla en Bolivia

“No sé si hay una pica, pero sí un resentimiento”, dice el PF de Real Tomayapo, club que sorprendió a América por su heroico empate en Brasil. Así es su vida en Tarija.

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“Es como vivir en el Chile de los 2000″: las insólitas historias de un PF nacional que brilla en Bolivia

Boris Jara lleva unos meses viviendo en Bolivia, donde afronta su primera experiencia en el extranjero como preparador físico. Cristian Arán confió en él para llevarlo a Real Tomayapo, club que logró un histórico empate en Brasil contra Inter de Porto Alegre.

En la primera parte de su conversación con AS Chile, Jara habló sobre esa gesta, pero ahora describe cómo ha sido el cambio de cultura que ha experimentado en su nuevo hogar.

- ¿Cómo es la vida en Tarija?

- Extremadamente tranquila (ríe). El núcleo central es la plaza principal y una más pequeña. Hay mucha gastronomía, pastelerías, cafeterías, lo comparo mucho con Tacna porque iba mucho cuando estaba en Arica y se come muy bien y barato. En el departamento que estoy no ensucio un plato. Con Cristian (Arán) comemos todos los días en restaurantes. En las tardes voy al gimnasio y hacemos los dobles turnos con los jugadores y después entreno yo. Soy más de estar en casa, porque además la ciudad no te ofrece mucho más. Y se viven cosas que mucha gente no me cree.

- ¿Cómo así?

- Es como vivir en Chile en los 2000. Para cargar mi teléfono y tener internet, compras una tarjeta que tiene un raspe y con el código que trae, tienes internet. Es todo muy antiguo. Sólo hay TV Cable y no satelital, porque en el centro hay mucho cableado y la señal no llega. Las micros que hay en Chile no existen, las calles son muy chicas. Para que te hagas una idea: cuando vamos al estadio tenemos que ir en micros porque no hay buses de un piso. Es como retroceder en el tiempo, pero uno se acostumbra. Ah, y hay un calor que te aburre (ríe).

- ¿Y la altura se sufre?

- Uno siempre lo dice, pero vivirlo es otra cosa. Me vine en bus desde Arica a La Paz y cuando crucé la frontera ya la empecé a sentir. Llegué con un dolor de cabeza como si me hubiera tomado una botella de destilado solo (ríe). Era intolerable. Llegué al Aeropuerto El Alto y todos me decían que me tomara un té, maté o café de coca, pero no atiné. Y cuando llegué a Tarija, que son 1.800, también los sentí. El primer día me ahogué dando las indicaciones de los trabajos. Los jugadores se reían, pero me decían que a todos los ‘profes’ les pasaba.

- Mucho se habla de la relación de los bolivianos con los chilenos y que hay una especie de hostilidad. ¿Lo ha experimentado?

- ¡Se siente de repente! Es como que lo tiran en tono de broma, pero entre broma y broma... los argentinos también me dicen que a los chilenos no los quiere nadie en Sudamérica, que los entregamos para las Malvinas y los bolivianos me dicen ‘ustedes nos quitaron el mar, por eso les traemos los autos por Oruro’ (ríe). No sé si hay una pica, pero sí un resentimiento. Me ha pasado que fui a comprar algo y me han cobrado más de lo que realmente vale. Acá en Bolivia les enseñan primero el himno del mar antes que el nacional, y dice que ‘Calama era nuestro y lo vamos a recuperar’. Son cosas que uno no sabe cuando viene. Me choca un poco, pero te acostumbras.

- ¿Son más bromas que algo hostil?

- Son bromas, no es que los bolivianos no hagan los trabajos porque yo soy chileno. Son de tirar la talla con su qué. El otro día me tocó ir en la salida de emergencia del avión y algunos dijeron ‘este es chileno, que no vaya ahí porque no va a ayudar a nadie, se salva solo’ (ríe).

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Boris Jara