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Entrevista AS

“Fue muy bueno ese apodo”: le decían ‘Drogba chileno’ y hoy es soldador

En su mejor etapa brilló como goleador en Segunda División y llegó a la B en Rangers. Se retiró tras una decepción en Vallenar. “Trabajo en el puerto”, dice desde Antofagasta.

“Fue muy bueno ese apodo”: le decían ‘Drogba chileno’ y hoy es soldador

La etapa en el fútbol profesional de Ismael Almendares fue corte e intensa. Se hizo conocido como el ‘Drogba de Mejillones’ por cierto parecido físico con el ex astro marfileño, partió en el club de la ciudad nortina, solamente actuó en la B por Rangers y, antes del retiro, pasó también por Naval y Vallenar en Segunda División. Actualmente, el ex delantero reside en Antofagasta, pero se traslada todos los días a la urbe que lo catapultó al profesionalismo. Desde el norte, Almendares conversó con AS.

“Estoy trabajando en el puerto de Mejillones, estoy de soldador, donde llegan los buques, los concentrados y se hacen descargas. Después de salir de Vallenar, el año 2018, decidí ponerme a trabajar en otra cosa. Saqué una calificación en soldadura y me metí al rubro laboral. Me desempeñé en otras empresas y, el año 2020, entré al puerto”, contó el ex delantero de 36 años.

- ¿Antes qué otras cosas hizo?

- Trabajé en las mineras que están en Antofagasta. Me topé ahí con varios ex futbolistas de acá de la zona de Antofagasta. Por ejemplo, en la empresa Soquimich está trabajando Richard Olivares, también me cruzaba con Luis Alegría (ex central de Antofagasta), Cristián Molina, que era delantero, el ‘Burbuja’. Así me encontré con varios por allá.

- ¿Por qué cambió la minería por llegar al puerto? ¿Era su intención primordial?

- No, no, lo que es que acá Mejillones me queda más cerca y, como tengo dos hijas y familia, el tema de los turnos era complicado. Entonces, decidí quedarme más cerca de Antofagasta. Viajo todos los días a Mejillones, de lunes a viernes. Ahora, como está arreglada la carretera, nos demoramos entre 35 y 40 minutos.

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- ¿Qué tal su trabajo? ¿Está conforme?

- Sí, bastante conforme. Lo bueno es que hay hartos beneficios para la familia, para uno, es algo estable, ya llevo dos años con contrato indefinido. Gracias a Dios, todo anda bien por el momento.

Almendares en su labor actual de soldador.
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Almendares en su labor actual de soldador.

- ¿Qué le dice la gente? ¿Lo reconoce? Sus mejores años en el fútbol fueron en Mejillones.

- Sí, llegué allá y le gente me recibió muy bien. De esa parte, no tengo nada de qué quejarme. Me reencontré con amigos antiguos de allá, que también jugaron conmigo en Segunda División y en Tercera. La gente del puerto también me recibió bien, aparte del trabajo que hago, también por haber sido profesional en el fútbol. Es una experiencia bonita haber llegado ahí.

- ¿Sigue ligado al fútbol en Antofagasta o Mejillones?

- Sí, siempre me he mantenido jugando. Acá, en Antofagasta juego en el fútbol amateur, por el Oriente, un club que tiene 87 años. En Mejillones juego por la misma empresa donde trabajo. Soy el goleador del puerto, así que imagínate cómo me reciben (risas).

Gran decepción

- ¿Por qué dejó el fútbol tras su etapa en Vallenar?

- Fue una decisión complicada, porque había estado harto en el fútbol profesional. Fue como una decepción que tuve, porque nos quitaron el ascenso (a Primera B) entre cuatro paredes (por Melipilla). Fue un golpe anímico en contra que tuve. Sales con tu familia a luchar a otro ciudad, lo haces todo el año y después entre cuatro paredes te ‘meten mano’, como se dice, y nos quitaron el ascenso. Si no, yo hubiera seguido. Después tuve algunas conversaciones con Copiapó, con La Serena, me llamaron también de Malleco, cuando estaba en Segunda. En este caso, estuve cerca de irme, pero decidí por la estabilidad familiar y me quedé en Antofagasta. Igual fue una decisión difícil de tomar, iba a cumplir 30 años.

- Optó por lo más seguro en ese momento…

- El fútbol es hermoso, lo que uno vive dentro de la cancha, los viajes y todo eso. Pero uno también tiene familia, ya tenía dos hijas y uno tiene que ver también el lado familiar, porque los niños van creciendo. Igual fue difícil, porque extrañaba harto el fútbol, fue un proceso de adaptación el que tuve que vivir. Pero yo llegué tarde al fútbol profesional, nunca hice juveniles ni cadetes. Antes, también trabajé, lo hice casi hasta los 24 años. Después, me salió una oferta en el fútbol y de ahí empecé a tirar para arriba. Los profes que tuve me decían que, si hubiera tomado decisiones antes de ser juvenil, a los 19 años, podría haber salido antes a ser profesional. Acá entonces el único club que había era Antofagasta y había que salir a otro lado a buscar oportunidades, por eso siempre trabajé. Después pude jugar profesionalmente y cumplí el sueño de ser futbolista profesional.

El antofagastino, en su etapa en Vallenar, junto a Chupete Suazo.
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El antofagastino, en su etapa en Vallenar, junto a Chupete Suazo.

- ¿Su mejor etapa fue en Mejillones en Segunda División? De allí pudo llegar a Rangers.

- Sí, me sentía muy grato, la gente me quería mucho. Igual me conocían del ámbito amateur y, cuando llegué allá, era como un ídolo. Sentía harto cariño, yo entrenaba a full e hice 24 goles en 26 partidos. Me ganaron solo por un gol en Segunda, si no yo habría salido goleador. Fue una buena etapa y después me salieron hartos ofrecimientos. Aparecieron representantes también y, como yo no había estado antes en el fútbol, no opté por ninguno. Siempre opté por ver mis cosas solo, arreglar mis cosas solo. Como salí tarde, no quería hacerme millonario, solo cumplir mi sueño.

- Su etapa en Talca fue la más importante a nivel competitivo, porque siempre actuó en Segunda e incluso en Tercera…

- Sí, y allá la gente me recibió bien, yo venía en alza. Fue un buen año en lo personal, aunque no jugué todo lo que esperaba y como me habían conversado a mí antes también. Pero también fue una bonita experiencia, haber jugado Copa Chile, contra la U en el Nacional, también el clásico contra Curicó. Fue una experiencia buena, no le puedo encontrar algo negativo. Después jugué en Naval y en Copiapó.

- ¿Con qué sensación se retiró en 2018?

- Con una sensación buena, hicimos un muy buen año con los compañeros. Hice hartas amistados, por ejemplo, con Diego Cuéllar (delantero hoy de Lautaro) jugábamos arriba y, en ese momento, éramos como la mejor dupla de Segunda. Los dos grandes, buenos para hacer goles. Logramos lo que queríamos, fuimos los campeones de Segunda División, porque el ascenso era otro tema. Si hubiese sido directo, habríamos ascendido a Primera B. Quedé con una sensación muy buena de allá de Vallenar, la gente es muy hincha y muy buenas personas. Estaba con mi señora allá y solo se manchó al último nomás.

- ¿El apodo ‘Drogba de Mejillones’ fue algo periodístico o lo traía de su etapa del plano amateur?

- Mira, eso empezó con un amigo cuando yo jugaba amateur a los 17 años. En ese tiempo, justo me dejaba el pelo como un poquito largo. Estábamos jugando un partido y llega un amigo y me grita de afuera ‘dale, Drogba’. De ahí, todos me empezaron a decir Drogba. Después, cuando llegué a Mejillones, me preguntaron qué apodo tenía en Antofagasta y les dije que me decían Drogba, entones me pusieron el ‘Drogba del megapuerto’. Los periodistas de Mejillones me pusieron eso y prácticamente como algo que nunca más me lo quitaron. Hasta el día de hoy me dicen así.

Almendares, actuando por Rangers, contra la U en el Nacional.
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Almendares, actuando por Rangers, contra la U en el Nacional.

- ¿En el trabajo lo llaman así todavía?

- Sí, sobre todo cuando nos toca jugar a la pelota también. Fue un apodo que quedó para siempre, en Antofagasta me conocen por ese apodo. Hay personas que no saben cuál es mi nombre.

- ¿No fue una carga adicional en su carrera? Es uno de los mejores atacantes del mundo en las últimas décadas.

- No, al contrario, yo creo que fue algo muy bueno. Era también un ídolo para mí, yo trataba de hacer algunas cosas de él dentro de la cancha. Jamás iba a llegar a su nivel, pero me gustaba cómo era su juego, su lucha, era goleador, fuerte, alto. Para mí, fue algo bueno, porque te acerquen un poco a alguien de ese nivel, también puede ser una cosa favorable.

- Además le dio una identificación propia en relación al resto de los jugadores de la división…

- Claro, era algo distinguible. Para mí, es un apodo que lo agradezco bastante. Empezó con un amigo que quiso tirarme una talla e imagínate en lo que se convirtió.