Entrevista AS | Parte II

Las confesiones de Juan Manuel Olivera: “Yo no creía que iba a ser jugador profesional”

El ex artillero azul, quien hoy dirige a la reserva de Peñarol, repasa su carrera: “De mi primer sueldo, les di la mitad a mis padres”. Habla de sus días con Diego Maradona y cuenta cómo vivió el recordado duelo entre la U y La Calera.

Juan Manuel Olivera (40) contesta el llamado de AS y reacciona con alegría cuando tiene que recordar sus días en la U. “El club significa muchísimo en mi vida. Por cómo me han tratado y por el cariño que se me demuestra hasta el día de hoy, la institución ocupa un lugar inmenso en mi corazón”, dice el ‘Flaco’, que en la actualidad es el DT de la reserva de Peñarol. El ex atacante vivió dos etapas en la escuadra azul y anotó 53 goles en 92 partidos, además de conquistar el Torneo de Apertura del 2009.

En este diálogo, por cierto, Olivera también rememora varios episodios llamativos de su carrera y habla de su hijo Santino, quien hoy es el portero de la Sub 14 de Danubio. “Lo veo disfrutando, que es lo más me gusta y lo que me hace feliz. A mí me alcanza con que él disfrute y esté contento”, explica el uruguayo.

- ¿Cuál fue su momento más alegre en la U?

- Sería muy difícil quedarme con uno, porque la verdad es que disfruté tanto... Cuando recién llegué, yo venía de México, jugando poco, y si bien sabía que la U era un club grande de Chile, de Sudamérica, no dimensionaba la realidad, lo grande que era. Y en mi primera etapa, en 2005, empecé a conocer un club espectacular con una gente que lo seguía a todos lados y me maravilló.

- ¿Y qué recuerda de su segundo ciclo?

- El campeonato con (Sergio) Markarian, el haber hecho el gol de la final, que me marcó a fuego, y jugar muy bien en la Copa Sudamericana... Después, en el 2010, futbolísticamente se puede decir que fue lo mejor de mí, con un montón de goles, llegando a la semifinal de la Libertadores, y con grandes actuaciones. Si me tengo que quedar con algo positivo, algo lindo, es con la cantidad hermosa de gente que me hizo conocer la U. Funcionarios, gente abocada al club, compañeros, entrenadores. Con muchas personas guardo un grato recuerdo y comunicación directa.

- ¿Cuál fue su momento más triste en la U?

- La eliminación con Chivas fue un trago muy amargo, porque teníamos muchas ilusiones junto a la gente.

- Más allá de que previamente me dijo que no opinaría de la actualidad de la U, ¿es de seguir los partidos del club?

- Sí. Siempre que puedo, los veo. Estoy al tanto de lo que pasa en la U.

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- También le tocó jugar en China, Corea del Sur, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. ¿Qué fue lo más curioso que le tocó ver en esos países?

- Sin lugar a dudas, he vivido de todo, principalmente porque dos de esas ligas son de países musulmanes, con una cultura muy diferente a la nuestra. Entonces, ya desde el día a día es diferente. La liga china, eso sí, no era la que todos conocemos hoy, donde van figuras. Era una liga que todavía estaba en subdesarrollo y había cosas que parecían más de fútbol amateur. No así la liga coreana, que era súper profesional. Fue espectacular, porque, aparte, era post Mundial. Tenía una infraestructura muy grande... Pero si te tengo que resaltar algo extraño, raro o no sé cómo llamarlo, es que dentro de esos países que mencionaste, tuve la posibilidad de ser dirigido por Maradona (en Al Wasl), que no es un detalle menor. Me parece destacable.

- ¿Por qué le pareció extraño? Nunca se lo imaginó, ¿no?

- Claro que no, porque si hacemos un balance de cuántos equipos dirigió Diego, o a cuántos jugadores, han sido muy pocos. Más allá de lo futbolístico, fue el día a día, el trato, el conocer a la persona y ver lo que mueve con el impacto de su figura.

“Hablabas con Maradona, uno de los mejores o el mejor jugador de fútbol de la historia, y te trataba como si fueras un amigo de toda la vida”.

Olivera en AS

- ¿Con qué imagen se quedó de Maradona?

- Él era auténtico. De repente se le salía la cadena o tenía sus días malos, pero también era muy cercano, sobre todo con los extranjeros que estábamos ahí. Te hacía sentir muy cómodo. Estabas hablando con uno de los mejores, sino el mejor jugador de fútbol de la historia, y te trataba como si fueras un amigo de toda la vida.

- ¿Mucha joda, mucho chiste?

- No, él allá ya estaba muy tranquilo. Disfrutaba mucho del día a día, lejos de la locura que le tocaba vivir cuando venía a Sudamérica.

- Dicen que a Maradona le molestaba que le pusieran la mano en el hombro. ¿Le tocó ver una escena así?

- No. Nosotros nos abrazábamos afectuosamente sin ningún problema.

- ¿Le tocó ganar mucho dinero en los países que le nombré?

- No sé qué es mucho dinero para algunos o para otros, pero tuve la posibilidad de juntar mis buenos pesos cuando estuve por esos lados.

- ¿Cuál fue el mejor jugador al que enfrentó?

- Me tocó enfrentar a Neymar, que en su momento estaba imparable, y a jugadores de la talla de Ronaldinho. En Brasil también tuve el placer de ver jugador a Clarence Seedorf, por ejemplo. Tenía una calidad extraordinaria.

“Disfruté a Marcelo Salas y jugué con Zalayeta, pero de la manera que me entendí con Walter Montillo, con pocos lo pude hacer en mi carrera”.

Olivera en AS

- Y si hablamos de compañeros. ¿Cuál fue el más habilidoso que tuvo?

- Hice una muy buena dupla con Walter (Montillo), nos entendíamos muy bien. También me tocó disfrutar a Marcelo Salas, un fuera de serie, y en Uruguay jugué con (Marcelo) Zalayeta. Pero de la manera que me entendía con Walter, con pocos lo pude hacer en mi carrera.

- ¿Quién es el mejor amigo que le dejó el fútbol?

- Flavio Perchman, mi representante de toda la vida.

- ¿Y quién fue su mejor entrenador?

- Me quedo con Jorge Fosatti, porque lo tuve cinco veces diferentes en mi carrera y fue mi último técnico. En los últimos dos años y medio que él me dirigió, pude aprender mucho desde el lado como entrenador.

“Si tengo que hacer un balance de mi carrera, fue muchísimo más de lo que esperaba. Yo ni siquiera creía que iba a jugar profesionalmente”.

Olivera en AS

- En resumen, ¿cómo definiría su carrera?

- Me hubiese gustado hacer un montón de cosas más, como vestir la camiseta de mi Selección. Pero si tengo que hacer un balance, fue muchísimo más de lo que yo esperaba cuando empecé a jugar. Yo ni siquiera creía que iba a poder jugar profesionalmente. Entonces, todo lo demás a mí me dio mucha satisfacción. Todo lo que hice fue a base de trabajo, sacrificio, dedicación y mucha tenacidad, porque nunca fui un virtuoso del fútbol. Lo que pude lograr, para mí, fue muchísimo. Seguramente para otros no ha sido nada.

- ¿Recuerda en qué gastó su primer sueldo?

- Me acuerdo de haberles dado la mitad a mis padres para la casa, que era mínimo (ríe). No alcanzaba nada, pero fue como un mensaje de agradecimiento. También me compré un suéter, que te podrás imaginar que era de muy bajo costo, porque cuando empecé los dineros no eran los mismos que los que ganan los chicos ahora.

- Lo busqué en Instagram, pero no di con un perfil. ¿No usa redes sociales?

- No. Solo tengo Twitter, que lo tengo más que nada para mantenerme informado.

- ¿No las utiliza por algo en particular?

- No, nunca me llamaron la atención ni les encontré sentido.

- ¿Siente que, de cierto modo, las redes pueden ser perjudiciales para los futbolistas más jóvenes? En el sentido de sacarlos del objetivo, que en este caso es la cancha…

- Todo ha cambiado mucho en ese sentido, y en muy poco tiempo. Me parece que uno no tiene que ir en contra de eso. Hay que adaptarse, saber que están y buscarles la manera de que se transformen en algo productivo.

- Si bien usted se retiró, su apellido continúa en el fútbol, ahora con su hijo Santino, quien juega de arquero en Danubio. ¿Cómo lo ve?

- Acá ando detrás de él, como en mis inicios. Él está muy contento de poder estar en este club, que para mí significa tanto. Entonces, me quedo con eso, con el cariño. A veces uno tiene palabras para él, para tratar de que se dedique... De que si lo va a hacer, que lo haga al máximo, pero lo más importante es que él disfrute.

- ¿Se ve reflejado en él cuando usted empezó a jugar?

- No, porque es diferente. Eran diferentes las posibilidades que yo tenía, cómo yo encaraba al fútbol, a cómo le toca vivir a él. No sé si es mejor o peor, pero nosotros éramos criados como los chicos que pasaban mucho tiempo en la calle jugando a la pelota. Te estoy hablando de seis horas por día. Jugábamos hasta la noche, hasta que nuestros padres nos llamaban para entrar... Hoy, eso no pasa en la mayoría de los chicos. De repente, esas cinco o seis horas están en el colegio, porque tiene doble jornada. Nosotros íbamos en la mañana o en la tarde, y el resto lo ocupábamos jugando en la calle sin problemas de seguridad, con los vecinos que todos conocíamos. Era diferente.

“El partido por el casi descenso, con los goles de ‘Cachila’ Arias, lo gritamos y lo vivimos como si estuviéramos en la cancha con mi familia”.

Olivera en AS

- ¿Su hijo también alienta a la U? ¿Le ha contado de sus etapas en el club?

- Sí, claro. Si bien él era muy chiquito cuando estuve, y de muchas cosas no se acuerda, sí se da cuenta del cariño de la gente en un montón de circunstancias. Vemos los partidos juntos y con toda mi familia... El partido por el casi descenso, con los goles de ‘Cachila’ (Ramón Arias), lo gritamos y lo vivimos como si estuviéramos en la cancha. Y hoy por hoy seguimos igual. Cada vez que podemos, nos sentamos a ver un partido. Lo disfrutamos o lo sufrimos.

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