ENTREVISTA AS
“Muchas veces elegí la noche sobre el fútbol, pero mi hijo me cambió”: la redención de un goleador del Ascenso
Exequiel Márquez anotó un gol clave la semana pasada y sueña con salvar a Barnechea del descenso. En AS, repasa su carrera y hace una clara autocrítica.
Exequiel Márquez (27) fue clave en un triunfo vital que consiguió Barnechea contra Deportes Iquique en el Ascenso. El argentino abrió la ruta de una victoria que le dio oxígeno a un cuadro que aún no se aleja del todo en la tabla ponderada. El mal 2021 aún pesa en el cuadro metropolitano. “Estoy muy contento. Por el grupo, por cómo se venían dando las cosas. Ganamos un partido clave, como todos los que quedan. Son finales”, dice Márquez en charla con AS.
“Cuando vine, no sabía mucho del club. Lo único era que el año pasado no había sido bueno, por lo que estábamos obligados a hacer una buena campaña. Buscaremos sumar en los dos partidos que nos quedan (N. de la R: Barnechea tiene una fecha libre) y ojalá entrar a la liguilla, pero lo primero es salvarnos”, dice.
- Ya tiene dos goles en la categoría. ¿Con qué nivel se encontró?
- Es una categoría muy dura, los rivales son fuertes y te presionan en todo momento. Cualquiera le puede ganar a cualquiera y la prueba está en el batacazo que dimos contra Magallanes hace unas fechas. Ese día me tocó meter un gol y fue una alegría enorme. Contra Iquique también marqué y fue lindo porque estaba cerca, pero no se me daba.
“Mi hijo me mandó el video del gol y me dijo: ‘¡qué golazo pa, te amo!’.
- ¿Está contento en Chile?
- La verdad es que sí. Me trataron muy bien desde que llegué, me abrieron las puertas muy rápido. Estuve una semana entrenando en el club y a la otra semana ya estaba citado. Pasó todo muy rápido y me adapté bien.
- ¿Cómo se gestó su arribo a Barnechea?
- Yo estaba en Trasandino y me iban a mandar a préstamo a Puerto Montt. El técnico (Erwin Durán) me quería allá, pero no sé qué pasó con el presidente y me bajaron el pulgar. Y justo la última semana salió la opción de Barnechea. Me bajoneó lo de Puerto Montt, pero al otro día salió esto y me subió mucho el ánimo. Vine con muchas ganas, siempre con alegría y disfrutando, por más que soy calentón (ríe). Tengo cuatro amarillas en no sé cuántos partidos (ríe). El fútbol lo vivo a mil. Me enojo con nada (ríe), a veces me sale alguna puteada, pero es para animarme (ríe).
- Mencionó a Trasandino, pero si uno revisa su carrera, dicho club no está consignado en sitios de estadísticas. ¿Por qué?
- No pude jugar por un tema de cupos. Estuve cuatro meses con ‘Pancho’ Arrué, cobraba, pero no podía jugar. Fueron meses duros, estaba loco por estar en la cancha, pero sabía que no podía. Entrenaba bien, estaba bien de la cabeza porque pensaba en que algo iba a salir.
- ¿En qué se refugiaba durante esa etapa?
- Pensaba mucho en mi hijo que está en Argentina. Hace siete meses que no estoy con él. Ayer me mandó el video del gol y me dijo: ‘¡qué golazo pa, te amo!’. Son cosas que me emocionan. Me vuelve loco. Él también juega, hace goles, la pisa. Es mejor que yo (ríe). Entonces en esa época tenía que meterle al entrenamiento y lo hacía con alegría. Iba a ver los partidos, quería sentirme parte. Además, ‘Pancho’ Arrué nunca me dejó solo. Es una buena persona, un gran técnico, me apoyó mucho.
“Hubo muchos momentos en los que elegí la noche y el alcohol en vez del fútbol”
- Se formó en Independiente de Avellaneda y luego comenzó a dar la famosa ‘vuelta larga’. ¿Qué recuerda de sus inicios en ese club?
- Uno cuando es chico no se da cuenta de las cosas. Hay que chocarse con una pared primero. Cuando estás en un club así, eres feliz con tu perfumito, que esto o lo otro y no te das cuenta de lo que pierdes. Si no te cuidas, el fútbol profesional te pasa por arriba. No fui consciente del lugar en el que estaba. Tomé muchas malas decisiones. Eso llevó a que dé la vuelta larga.
- ¿Qué malas decisiones tomó?
- No descansaba, salía mucho. Me arrepiento de las cosas que hacía. No tengo miedo en decirlo y soy sincero. Me equivoqué mucho. Ahora me cuido en todo sentido. Quiero llegar a Primera acá en Chile y quedarme. A eso apunto si Dios quiere. El nacimiento de mi hijo me cambió muchas cosas. Ahora pienso todo para él. Siempre le agradezco a Dios porque pude cambiar el chip y darme cuenta de lo que realmente quiero.
- ¿Y dónde cambió su mentalidad?
- En Talleres de Remedios de Escalada. Desde ahí comienza eso, porque me fue bien ahí y me di cuenta que estaba para seguir creciendo. Sé que este es el camino, porque uno saliendo de noche, es el alcohol o el fútbol. Las dos juntas no.
- ¿Hubo un hecho en particular que lo hizo cambiar? ¿Una persona que lo aconsejó?
- Mi familia siempre me habló y yo siempre quiero lo mejor para ellos. Mi representante Juan Manuel Arandilla me apoyó siempre. Y me podría haber dejado tirado por todas las cosas que hice. Yo no tengo nada firmado con él hace mucho y siempre me dice: ‘yo no quiero nada más que saques adelante a tu familia’. Gracias a él pude enfocarme.
- Antes hablaba sobre el alcohol o el fútbol. ¿Hubo un momento en que solo fue el alcohol?
- Sí, en un momento sí. En muchos momentos elegí la noche, la joda y el alcohol sobre el fútbol, pero mi hijo me cambió. Trato de no acordarme porque me da bronca conmigo mismo, pero a la vez valoro que pude salir. No te digo que estaba tirado en la calle, pero sí me gustaba salir. Hoy estoy muy feliz con la vida que estoy llevando. Lo que ahora estoy pensando es que cuando vuelva a Argentina quiero comer un asado con mi familia e ir a entrenar con mi hijo. Antes, lo primero que pensaba era en la fiesta.
- ¿Tuvo malas juntas?
- No, no. Tengo amigos de la villa que nunca me incentivaron a hacer algo. Y por eso son mis amigos. Lo que yo hacía era porque quería, hasta ellos me decían que no hiciera cagadas.
- Creció en la Villa Los Eucaliptos, mismo lugar de donde es Segio Agüero. ¿Cómo fue su vida en ella?
- Me tocó vivir muchas cosas malas. Tenía un grupito de amigos, y había banditas y terminábamos peleando entre todos. Amigos míos terminaron muertos a los 13 o 14 años. Perdí muchos amigos por el tema de los robos y demás. Tengo algunos amigos que se dedicaban a eso, pero gracias a Dios salieron de esa vida y están trabajando honestamente. Eso me llena de orgullo. Era un barrio muy peligroso. Ahora cambió bastante y para bien.