¡Vergüenza Nacional!

Chile demostró que su caída libre se puede seguir extendiendo mucho más tiempo. El fondo no fue el fin de la generación dorada, ni la pésima Copa América, ni la derrota ante Argentina, sino mucho más abajo. Hoy la Roja perdió (2-1) por primera vez en su historia en casa ante Bolivia, sigue penúltimo en las Eliminatorias, y ni el más optimista cree que se puede clasificar a la próxima Copa del Mundo.

Ricardo Gareca enfrentaba hoy su primera gran prueba. Ante un rival históricamente inferior, en el certamen para el que fue contratado, el Tigre tenía que demostrar el trabajo recorrido hasta ahora, y despejar el ruido que dejó la pésima Copa América y la derrota 3-0 ante Argentina del jueves pasado. Para eso modificó el esquema, optó por nombres nuevos y escuchó incluso a algunos de sus críticos como Arturo Vidal.

El resultado: uno de los peores partidos que se recuerden en el último tiempo. Ya ni siquiera comparado con los procesos a Rusia 2018 o o Qatar 2022. La jornada de hoy tuvo el mismo aire, color y sabor a la ruta rumbo al Mundial Corea-Japón 2002, aunque en esa ocasión la eliminación llegó en las últimas fechas, y detrás venían jóvenes capaces de ganar una medalla olímpica o clasificar a un Mundial Sub 20. Ahora se podría zanjar todo antes de la primera rueda.

Pero el Tigre no es, para nada, el único responsable. Hoy en Chile falla todo. Los experimentados como Mauricio Isla, Paulo Díaz, Erick Pulgar o Matías Catalán Y también los jóvenes como Dario Osorio y Víctor Dávila, que siguen siendo incapaces de replicar el nivel de sus clubes en la selección. La Roja no sólo extravió el juego y el funcionamiento. También entregó el mayor legado de Arturo Vidal, Alexis Sánchez, Gary Medel y Claudio Bravo: el carácter, personalidad y actitud.

Carmelo Algaranaz silenció al Estadio Nacional a los 13 minutos, y tras una jugada en las que fallaron todos: Pulgar la perdió en la salida, Catalán no pudo en la cobertura y Paulo Díaz no marcó a nadie en el centro del área. Lo peor es que el 1-0 estuvo lejos de ser un espejismo. Sirvió para dejar expuesto el verdadero nivel de este equipo, y la falta de respuestas y recursos frente a un resultado adverso.

Con el marcador en desventaja cada vez se notó más la falta de un líder, y nadie fue capaz de darle tranquilidad y encontrar el camino. Hubo que recurrir a la suerte para cortar la racha sin convertir que se extendió desde la tercera fecha y por más de 330 días. Una lesión de Carlos Lampe le dejó la pelota servida a Eduardo Vargas para el 1-1, y le dio una segunda vida a un equipo que ni siquiera lo merecía.

Pero hay días en los que todo sale mal. Lo sabe Ben Brereton, sacrificado por Gareca a los 30 minutos, y el propio entrenador, que jamás pensó este escenario cuando asumió el mando. La Roja hoy es un equipo tan indefenso, que Bolivia, tras la lesión de su arquero titular, es capaz de reaccionar más rápido y encontrar el 2-1 gracias a Miguelito en otra jugada desafortunada de la última línea.

El segundo tiempo obligó que Chile saliera a buscar el empate, pero la actitud sólo duró algunos minutos. Luego la Roja volvió a lo suyo: lentitud en la construcción del juego, imprecisión en los pases, escasa claridad en el último tramo de la cancha. El arquero Viscarra se encargó de desviar algunos disparos y cabezazos, pero tampoco tuvo que esforzarse más de la cuenta. La más clara fue un penal no cobrado a Gabriel Suazo, que el árbitro supo rectificar a tiempo con el VAR.