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Yo vi jugar al Arcángel

El fútbol está lleno de jugadores destacados, esos que generan adhesiones y fanatismos más allá de la camiseta que lucen semana a semana. Jugadores enormes que traspasan el tiempo y que son seguidos por generaciones ajenas. Zamorano, Salas, Leonel, Caszely, Alexis, Chupete. Da igual el color que alientes, no puedes no admirarlos. Si no los admiras, te gusta otro deporte.

Pero el fútbol, como todas las actividades humanas, necesita de otros jugadores, también muy destacados, que conducen el carril de nuestros domingos, algo más lejos del faro. Esos que de pronto no militan en equipos de alta convocatoria, pero que siempre están, semana a semana, habiendo rodar la pelota y haciendo rodar también la rueda de una industria que a menudo necesita aceitarse para seguir funcionando.

Gabriel Vargas es uno de esos jugadores. El Arcángel representa a ese delantero que no necesariamente brilla en el firmamento, pero que siempre está. Ese tipo de futbolistas que colman nuestra liga, en diferentes divisiones. Ese tipo de jugador no sólo son necesarios o destacables: son imprescindibles. Las grandes ligas del mundo no se componen sólo de super estrellas. Para que un torneo funcione en el tiempo, no necesitamos sólo a los Messi o los Cristiano Ronaldo. Necesitamos al grueso de voluntades que mueven la competencia. Por eso alabamos la Premier League, no sólo porque tiene crack de órbita mundial, sino porque todos los equipos (o la mayoría), tienen jugadores competitivos. Por eso las ligas de Oriente aún no prenden del todo. Por eso el torneo en EE.UU, ni siquiera con la pléyade de estrellas encabezadas por Messi, aún no presenta el despegue prometido.

Porque necesitamos tipos con overol. Como Gabriel Vargas.

Yo vi jugar al Arcángel.

Lo vi jugar en Concepción, en la Universidad de Concepción, lo vi hacer un gol de distancia en una final de Copa Chile, lo vi ser parte de una U llena de estrellas, lo vi en Curicó hacerle un par de goles a Unión Española en un inolvidable 4-4 donde no teníamos por dónde. Lo vi hacer muchos goles y perderse otros tantos. Pero lo vi correr siempre. Lo vi titular y suplente. Lo vi sin enojarse cuando lo sacaban, porque entendía que su rol iba cambiando a medida que avanzaban los años. Lo vi crecer, creciendo con él. Es parte de esos delanteros entrañables, como Marcelo Corrales, Gustavo De Luca, Luis Martínez, Aníbal González, Mario Núñez, Juvenal Vargas.

Gabriel Vargas anunció su retiro del fútbol tras vestir la camiseta de Concepción, el equipo donde había comenzado su peregrinaje, club del que es hincha confeso. En silencio, sin estridencias, con 215 goles marcados en diferentes divisiones.

Hay que cuidar y reconocer a tipos como Gabriel Vargas, porque todos somos un poco como el Arcángel.

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