Entrevista AS | Parte II

“Cuando se abrió la opción de ir a Europa a vivir, me fui con mi familia... Aprendí a equilibrar mi carrera con mi esposa e hijas”

“Tenía que ser equilibrado, porque era como monje, era otra vida”, confesó el ex atleta chileno, Mauricio Díaz Castro.

“Cuando se abrió la opción de ir a Europa a vivir, me fui con mi familia... Aprendí a equilibrar mi carrera con mi esposa e hijas”
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Mauricio Díaz Castro es uno de los mejores atletas en los 5.000 y 10.000 metros planos en la historia de Chile. Fue el último competidor en estar presente en una semifinal olímpica de la prueba de los 10.000 metros, logro que alcanzó en los Juegos Olímpcios de Sidney 2000.

“Es emocionante haber sido el único atleta chileno en llegar a esa instancia. Pero al mismo tiempo me siento triste porque tenemos que trabajar en ese campo”, expresó en la primera parte de la entrevista con AS Chile.

Para obtener estos grandes logros deportivos, Díaz tuvo que sacrificiar su lado personal, en la que no tenía la vida como una perona común y corriente. “Casi no tenía vida social, no podía salir porque entrenaba en la mañana y en la tarde todos los días. Me gustaba ese sistema, tu naces para eso. Te conviertes en una persona anormal”, comenta el ´keniata blanco´ en conversación con AS.

- ¿Cómo se inició en el atletismo? ¿Qué lo motivó a dedicarse a este deporte?

- Me descubrieron, por casualidad, en el colegio. El profesor se dio cuenta que corría mucho más que los otros niños y a mí desde mequeño que siempre me gustó salir a correr, era algo innato para mí. Me encantaba, yo lo disfrutaba, hasta el día de hoy salgo a trotar. Es algo que está intrínseco en mí.

- ¿Cómo era su día a día como deportista de alto rendimiento?

- La persona normal es la que tiene vida social, sale y se acuesta tarde, en cambio yo no podía hacer nada de lo que podían hacer las personas normales, porque cualquier cosa te afectaba. Mi psicológo me decía que no vea las noticias porque me daba pena si veía muchas guerras, eso te afectaba emocionalmente para poder correr después.

- ¿Cómo compatibilizó su carrera deportiva con su vida personal?

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- Tenía que ser equilibrado, porque era como monje, era otra vida. Casi toda mi familia se centraba en mí nomás, mi esposa y mi hijas. A la hora que dormía, que comía, todo era centrado en mí. Pero siempre el papá ha estado en la casa, yo viajaba y volvía altiro. No era que me perdía dos o tres semanas. De hecho, cuando me fui a Europa a vivir, me fui con mi familia.

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