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Ataquen al mensajero

Por qué Alexis no habló antes.

Por qué no habló del mal desempeño del equipo.

Por qué no se refiere a las maniobras de su representante y sus implicancias en el fútbol chileno.

Por qué critica el estado de Pinto Durán y del estadio Monumental ahora y no cuando el equipo ganaba.

Por qué no pone plata de su bolsillo, tal como hizo Berizzo y otros entrenadores, para costear reparaciones.

Por qué Sánchez cobra tantos premios si hace mucho no juega bien.

Desde que Alexis Sánchez habló fuerte tras la renuncia de Eduardo Berizzo, muchos dardos y focos se han ido al mensajero y poco se ha debatido del contenido de su declaración.

Sánchez habló fuerte y claro. Brutal. Podemos estar de acuerdo o no, pero se ganó el derecho de opinar de la selección, probablemente más que ninguno. Máximo goleador histórico, máximo asistente de pases gol, dos veces campeón de América, más de 15 años en Europa en equipos de alto nivel.

El ejercicio del debate no funciona si sólo aceptamos la opinión cercana. La base de la tolerancia es respetar la opinión que nos incomoda.

Alexis incomodó a muchos y extrañamente los ataques se volvieron contra él.

Cuando realiza un diagnóstico descarnado de la realidad, no está diciendo que eso justifique el mal rendimiento. Es más, explícitamente separa las aguas. Dice, con nitidez, que una cosa no quita la otra.

Si Alexis habla no lo hace él, sino su representante, dicen. Pero si guarda silencio, carece de liderazgo.

Porque sí. Porque no.

Es necesario tomar las palabras de Alexis Sánchez para comprender un contexto. Y sumarlo a otros factores. No es la única razón del descalabro. El éxito y el fracaso tienen algunos puntos el común: no surgen de un momento a otro y no responden a una sola causa. Sánchez expone un punto, no dice que es el único. Le pedimos recambio a un torneo que hace una década no tiene participaciones destacadas a nivel continental. Le pedimos recambio y Chile lleva diez años sin clasificar a un Mundial sub 20. Le pedimos recambio a un Consejo de Presidentes que sigue conformado por quienes eligieron por aclamación a Sergio Jadue.

El problema no es uno solo. La solución tampoco.

Mientras más nos tardemos en entender eso, más espeso será el pantano.