Defensores de las causas ganadas
Universidad de Chile, Azul Azul mejor dicho, vive una feroz lucha interna. No hablamos de posiciones diferentes, matices distintos, sensibilidades antagónicas. No. Importantes accionistas acusaron a Michael Clark, presidente del directorio, del delito de estafa. En un estado de derecho existe la presunción de inocencia y resta un tiempo para las verdades judiciales, pero que quede claro, esta no es una especulación mediática. El clima está denso y se refleja permanentemente. Antes de la goleada ante Ñublense, Eduardo Schapira, controlador de poco más del 20% de las acciones de la concesionaria, aseguró que su objetivo era que Clark dejará la testera del club. Después del partido, con el 5-0 a favor en la canasta, el aludido dijo que su objetivo era que la U ganara y fuera campeón.
Ahí es necesario reafirmar un punto, que parece obvio, pero se camufla en medio de declaraciones que son incontrarrestables. Exigir transparencia en el control de Universidad de Chile, solicitar claridad de las maniobras financieras, despejar todas las dudas sobre los propietarios de Azul Azul, no va por un camino diferente. Uno supone que todos en la U, desde cualquier vereda, quieren que el equipo gane, pelee títulos, juegue bien y tenga estupendos resultados deportivos. Hacer encajar el buen rendimiento con una solidez institucional como si fueran sinónimos, nos ha llevado a errores enormes de interpretación, partiendo por los medios de comunicación.
Ejemplos. Chile fue campeón de América y en medio de la algarabía, Sergio Jadue y sus secuaces eran parte de una enorme maquinaria de sobornos y corrupción. Pero la Roja ganaba, así que daba lo mismo.
Década del 90. El torneo nacional vivía momentos de luz. Grandes jugadores militaban en nuestro campeonato. Equipos estelares que peleaban a nivel internacional, mientras las administraciones se caían a pedazos, hasta llegar a un punto sin retorno. El fútbol quebró. Otra discusión es sí el antídoto fue peor que la enfermedad, pero la situación era de un desplome absoluto.
No confundamos. La U tiene un entrenador de probada capacidad, un cuerpo técnico de lujo, un plantel mejor que el año anterior. Puede pelear el título, puede pasar un par de fases en la Copa Libertadores. ¿Significa eso que está todo bien? ¿Significa eso que debe seguir este manto de opacidad que tanto mal le hace a la U?
Separemos las cosas. La claridad es necesaria, urgente, permanente. No usar los resultados positivos para desviar las atenciones, debería ser una premisa.
No defendamos las causas ganadas. Que todos queremos la paz mundial. Se supone.