ADN RadioConcierto Radio
NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

¿Del segundo nadie se acuerda?

Suena contundente, lapidario y definitivo: La historia la cuentan sólo los ganadores. Del segundo puesto nadie se acuerda. El escolta es sólo el primero de los últimos. Discurso motivador, grandilocuente. Pero falso. Mentira. Y lejos de ser un mensaje ganador, cargado de una mediocridad supina.

En una competencia todos quieren ganar. Se ha instalado un falso debate respecto a los equipos que en el Mundial de Fútbol salen a ganar los partidos versus los especuladores. Todos quieren ganar. Los que juegan con cuatro en el fondo, los que eligen tres delanteros, los que repletan la mitad de la cancha, los que juegan de contra. Todos quieren ganar. Pero en un deporte competitivo va a ganar uno sólo, lo que no significa que todo el resto fracase.

Que no se entienda mal. No significa que no exista la desilusión, la decepción o el fracaso con mayúsculas. Por supuesto que existe. Pero extender esta sentencia a todos quienes ocupan desde el segundo lugar para abajo es una máxima que no se sostiene bajo ningún aspecto. Primero, porque la suelen enarbolar los que han ganado poco y que están ad portas de una victoria. Segundo, porque hay maneras y maneras de ganar, así como formas y formas de perder. Y porque hay cientos de ejemplos que destruyen esta frase. El equipo más referenciado en la historia del fútbol es uno de ellos. La Naranja Mecánica, la Holanda de 1974, no ganó. Salió segundo. ¿Fracasó? ¿En serio fracasó? Influyó y sigue influyendo como ningún otro equipo en la historia de este deporte. Podemos seguir. Hungría 1954. Marcelo Bielsa en casi todos los lugares donde ha estado. Guardiola en el Bayern Munich o incluso en el Manchester City donde no ha ganado la Champions. No existe equipo, futbolista, entrenador, que haya ganado más de lo que ha perdido. Ninguno. ¿Fracasaron todos? A veces. Pero el fracaso no está vinculado solamente a no ganar, sino a la forma de perder. Hay fracasos de campeones ¿Acaso quienes creen que nadie se acuerda del segundo obtenían sólo calificaciones sobresalientes en el colegio? ¿Es más, una buena nota es sinónimo de más capacidad o inteligencia? Algunos creemos que no.

Charles Chaplin nunca ganó un Oscar, sólo uno honorífico cerca de su muerte. Tampoco Stanley Kubrick. Ni David Lynch. No ganaron un Nobel Virginia Woolf, Kafka, Borges, Cortázar, Parra. Van Gogh no vendió un cuadro en vida.

El Mundial está cerca del final. Se ha jugado en buen nivel. Lo del Mundial de las sorpresas quedó reservado al gran campeonato que representa Marruecos. Ni siquiera la eliminación de Brasil a manos del subcampeón vigente es tan llamativa si consideramos que el Scratch no juega una final desde el 2002. La consagración estará para el campeón, sin duda. Pero no será la única historia que nos dejará la cita de Qatar. La historia también lo escriben los segundos, terceros. Y hasta los últimos tienen algo importante que contar. El relato se compone de todas las piezas del puzzle. De otra forma, es mezquino, egoísta y profundamente mediocre.