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A Chile le hicieron un solo gol en la Copa América. Fue el campeón del mundo y en el último minuto del partido. Podríamos decir que defensivamente el equipo respondió. En contrapartida, la Roja no le hizo un gol a nadie en el certamen continental. Y si no anotas en la portería contraria, en el mejor de los casos vas a empatar.

El registro histórico muestra que desde 1917 que Chile no se iba eliminado de una Copa América sin anotar goles.

La falta de gol de la selección chilena es un síntoma detectado hace largo rato. Falta de gol con Reinaldo Rueda, con Martín Lasarte, con Eduardo Berizzo. En los primeros partidos de Ricardo Gareca al mando de la Roja, una brisa de aire fresco invadía el ambiente. Se abrió el arco en los duelos amistosos. Chile anotó contra Albania, Francia y Paraguay. Pero otra vez se cerró la portería. El gol sigue siendo una asignatura pendiente.

Hace veinte años que Chile no quedaba eliminado en primera fase de una Copa América. Fue en la edición jugada en Perú el 2004. El foco siempre ha sido la clasificatoria. Y este torneo es muy gráfico del momento. Porque Chile, Perú, Bolivia, Paraguay quedaron afuera en la primera ronda. Y los rivales directos de la Roja son esos. El resto, hoy, parece escapado de nuestra realidad.

Gareca tiene un sistema de juego, donde lo defensivo le permite competir y pelear cada partido, que parece nunca quedarle demasiado lejos. Algunos nombres propios se añaden a la lista del núcleo que sabemos va a comandar el buque clasificatorio. En ese análisis entran Igor Lichnovsky, Rodrigo Echeverría, Víctor Dávila y algún otro para sumar. Hay algunos jugadores del medio local que podrían dar el salto y ser incluidos en nóminas puntuales, merced a su rendimiento y un porvenir que ojalá los tenga pronto militando en mejores ligas que la nuestra.

Otra línea es el inexplicable desempeño del juez Wilmar Roldán. Con toda la tecnología posible, con más cámaras que nunca, sus determinaciones sobrepasan cualquier lógica reglamentaria. Quienes no abrazamos las teorías conspirativas, las persecuciones o las pasadas de cuenta, esta Copa América ha sido una prueba potente para no mirar bajo la superficie. A veces hay que dar peleas sabiendo que no las vas a ganar, porque es necesario dejar registro de la protesta. Y ante actuaciones referiles así de cuestionables, no se puede seguir manteniendo la boca cerrada.

Ya es mucho.

Demasiado.

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