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El desembarco de Bragarnik

La ley chilena permite que cualquier persona o grupo adquiera la propiedad de un club. Eso

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La ley chilena permite que cualquier persona o grupo adquiera la propiedad de un club. Eso pasó con O’Higgins de Rancagua, que pasó del control de la familia Abumohor al Grupo Caliente de México.

La transferencia fue pública. A través de un comunicado se dio a conocer a los nuevos propietarios del club y cómo se gestará la transición, a diferencia de varias entidades en donde el misterio de los máximos accionistas y los dueños se guarda bajo siete llaves.

Christian Bragarnik es uno de los representantes más reconocidos en Latinoamérica. Hace un buen rato derivó de ser exclusivamente un agente de jugadores a ocupar otro lugar en la mesa, la de propietario o controlador de equipos en Argentina, México, Colombia, España y Chile. En nuestro país, en diferentes momentos, su influencia se ha sentido en Unión La Calera, San Luis, Fernández Vial, Audax Italiano y, por primera vez, de modo explícito, en O’Higgins de Rancagua.

¿Puede una persona tener control, propiedad o influencia en tantos equipos en el mismo país? En Chile sí, nada lo impide. Y cuando surgen proyectos de ley que buscan reglamentar estas prácticas, nuestros máximos dirigentes alertan que la FIFA caerá sobre nuestras competencias.

Estar en diferentes lugares de la misma mesa, en cualquier tipo de actividad, termina siendo nocivo para la transparencia y la naturaleza propia de un deporte de alta competencia. Restringe además las libertades de trabajo, pues no hay que ser mago para adivinar que la mayoría de los jugadores que lleguen al cuadro rancagüino serán representados por Bragarnik o su agencia, como ocurre con otros representantes y otros clubes. Muy parecido a una colusión, encapsulando la competencia a muy pocos actores, casi todos extranjeros.

El grupo Caliente se define como una empresa de apuestas deportivas. El chiste se cuenta solo. Y si miramos a sus socios no encontramos con el nombre de Jorge Hank, controvertido empresario mexicano, ligado a clubes en Tijuana, Dorados de Sinaloa y acusado (nunca condenado), a maniobras ligadas al contrabando, lavado de dinero y su peculiar colección de animales exóticos.

Vale la pena preguntarse si más allá de lo reglamentario (que es impecable), es válido vender tu club al mejor postor, aunque este sea tan cuestionado como el grupo Cliente.

O’Higgins tiene todo para ser un gran club. Excelentes instalaciones, está cerca de la capital, posee un importante registro y cuenta con una de las canteras más fecundas del fútbol chileno.

Ojalá no lo utilicen para otros fines.

Lo relevante del desembarco explícito de Bragarnik y otros representantes, es que al controlar clubes no sólo manejan el mercado, lo reducen a sus intereses, sino que van sumando votos en el Consejo de Presidentes. Y queda poco para el verdadero objetivo: tener los votos suficientes para llegar a la testera del fútbol chileno, legitimados por el voto.

Lo estamos advirtiendo antes. Para que no se quejen después.

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