El ejemplo chileno del que todos deberíamos aprender
Cuando llegó a Estados Unidos con 14 años, sin hablar inglés y con solo 50 dólares en el bolsillo, Sammis Reyes estaba decidido a ser el mejor. Como recordó en redes sociales, dejó atrás a sus amigos, a sus padres y a su familia en general. Los extrañó y a veces sufrió, pero él tenía un propósito claro: quería llegar a la élite del deporte norteamericano. Y aunque no consiguió jugar en la NBA como su ídolo Kobe Bryant, se transformó en el primer chileno de la Liga Nacional de Fútbol Américano (NFL).
A Sammis Reyes se le recordará por ese hito durante décadas, pero él es mucho más que eso. Es más que un solo deporte. Su capacidad de reinvertarse, su ambición -la palabra que tiene tatuada en la muñeca izquierda- gigante, su ruta en lugares no explorados, su disciplina y su persistencia le permitieron alcanzar la mejor versión de sí mismo. Por algo llegó a ser el mejor atleta de la escuela dos años seguidos, por eso llegó a competir en la División I de la NCAA después de una rótura de ligamento y por eso llegó a ganarse el respeto en una disciplina que casi no conocía.
Sammis Reyes un día señaló que hay dos tipos de personas: los que hacen que las cosas pasen y los que esperan que las cosas pasen por ellos. Esa es su forma de pensar. Él sabía que no era el más talentoso, pero jamás estuvo dispuesto a rendirse: “Todo lo que he conseguido en mi vida es gracias a mi mentalidad, no gracias a mis destrezas ni mi aptitudes físicas”, dijo en abril del 2021 en una entrevista con AS.
Y tiene razón. La tristeza natural de la distancia con los seres queridos, la obligación de levantarse cada día a las cinco de la mañana, las seis mil calorías diarias para mantener su peso ni la disonancia cultural le quitaron el sueño. Tampoco lo hará una conmoción cerebral. Sammis Reyes entendió desde pequeño que debía adaptarse a las circunstancias y hoy, por más doloroso que sea, toma la decisión acertada. Porque los sueños cambian y él aún tiene mucho que entregar, ahora en otro espacio.
Sammis dijo que tenía emociones encontradas porque le dolía no saber hasta dónde lo podría haber llevado su talento. En eso no coincido con él. Tal como ha sido gran parte de su vida, es la capacidad mental la que lo hubiese llevado, sin duda, a lo más alto. Y eso lo tiene claro porque no era un solo deporte, no era la NBA y no era la NFL, era él. Si Reyes hubiese sido tenista, golfista, futbolista, boxeador, gimnasta, o si hubiese sido más alto o más bajo, también habría llegado a la cima. Y de ese camino que ya supera los 13 años todos tenemos alguna lección que sacar.