El Mago de Oz (O los verdaderos dueños de la U)
¿Por qué cuesta tanto transparentar quiénes son los verdaderos dueños de la U?
En serio. Más allá de la leguleyada, más allá de la zona gris en la que transitan los controladores de uno de los clubes más grandes de este país, más allá de que las respuestas puedan estar incluidas dentro del paraguas de lo legal. La pregunta es simple, directa y debería tener una respuesta igual de simple y directa: quiénes son los dueños de la U.
En vez de ir por el camino de la transparencia, que en el caso de una entidad como la Universidad de Chile debería ser una condición mínima, los controladores de Sartor y Tactical Sport (nombres de fantasía que son lejanos para el hincha pero cercanos para la unidad de control financiero), son capaces de realizar verdaderas acrobacias bursátiles, maniobras de última hora, exprimir al máximo los plazos, recurrir a diligencias inesperadas, todo con tal de mantener bajo sigilo quienes son los verdaderos dueños de la U.
¿Tan importantes son? ¿A quién le conviene mantener este misterio? ¿Estamos detrás de un nombre que remecería el mercado de capitales? ¿O acaso transparentar el nombre de los verdaderos dueños de la U sería revelar lo que todos suponemos, pero que no se puede admitir en voz alta, porque se cae todo el castillo de naipes? ¿O será acaso que si se revelan los nombres veremos lo que todos intuimos: multipropiedad, intereses cruzados, representantes y hasta miembros activos del ecosistema fútbol?
Ya no es una petición de la prensa. Ya no son los medios de comunicación mala leches, que están mirando debajo del agua, sospechando hasta de su propia sombra. No. Ya es la unidad de control financiero la que exige transparencia, la que no queda conforme con las respuestas entregadas a última hora. A la entidad ya no le basta con una respuesta que esté dentro de lo legal. Debe haber coherencia.
Tampoco es sólo la prensa ni la unidad de control financiero. Son los accionistas de Azul Azul quienes lanzan la voz de alerta. Daniel Shapira reveló a El Mercurio que pagó más de 15 millones de dólares por poco más del 20% de las acciones. Hoy, los nuevos regentes, pagaron 5 millones y fracción por algo más del 60%.
Algo no cuadra, no calza, no coincide, no tiene una explicación coherente.
Pero en Azul Azul insisten en realizar todo tipo de maniobras con tal de no revelar el secreto del Santo Grial. Y no vengan con los fondos de inversión panameños, ni los misteriosos accionistas de Nepal, ni un mecenas que de un momento a otro se hizo del control de la U pero prefiere el misterio porque es de perfil bajo.
Ya basta. A eso le agregamos un punto que a menudo es soslayado. Controlan y administran un club que se llama Universidad de Chile, la entidad más importante de la historia de la República en la que viven. La Universidad de Chile ha sido el pilar de esta Nación en los últimos 180 años. De ahí han salido la mayor parte de los Presidentes de Chile, de los Premios Nacionales en todas las disciplinas. Ha sido el faro de este país incluso en lo momentos de mayor penumbra.
No es una fábrica. No es una empresa. No es una firma.
Es la Universidad de Chile.
Paren la joda. Aclaren o lleven su pantomima a otro lugar, donde sea gracioso mantener oculto al Mago de Oz, quién desde un lugar secreto, domina todos los movimientos del reino.
Con la U no. Con la Universidad de Chile, no.