El retorno del Huaso cósmico

Cuando se habla de los referentes de la generación dorada se mencionan, con total justicia, los nombres de Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, Claudio Bravo. Rara vez aparece Mauricio Isla, pese a que es dueño de la franja derecha hace casi 15 años. Más de cien partidos con la Roja, titular indiscutido en dos mundiales y cuatro eliminatorias, autor de goles trascendentes como el tanto a Uruguay en la Copa América del 2015, su campaña avala ubicarlo en el cajón de los destacados.

Ya sea por su personalidad o por jugar en una zona del campo en donde habitualmente participan fogoneros más que figuras estelares, Isla aparece en el listado de los actores de reparto pese a que su registro los instala como uno de los mejores laterales derechos de la historia del fútbol chileno, sino el mejor de todos. Al menos el de mejor carrera internacional, sin duda alguna.

La memoria a ratos es frágil. Cuando Isla apareció en las selecciones juveniles que dirigía José Sulantay, no jugaba de lateral derecho. En el primer partido del Mundial de Canadá jugó de líbero ante la ausencia de Hans Martínez. Luego pasó a la mitad de la cancha, donde su ida y vuelta marcaba diferencia en las zonas de transición. Incluso en los cuartos de final, contra Nigeria y ante la lesión de todos los delanteros, se fue a jugar como atacante y marcó dos goles. En el uno a uno, Isla fue uno de los mejores nacionales en ese Mundial.

Mauricio Isla realizó toda su carrera en el exterior, con muchos más altos que bajos. Más de una década jugando en Europa lo ubican como un destacado de una generación plagada de grandes jugadores. Alguna vez Alexis Sánchez, con quien formó una dupla casi telepática en la cancha, dijo que el Huaso era uno de los mejores carrileros del mundo, pero que no se creía el cuento y eso conspiraba contra su propio rendimiento.

Isla volvió donde se formó pero nunca había jugado. Sin lesiones debería ser un aporte no sólo para la Universidad Católica sino para subirle el pelo al campeonato.