El último gol

Fue un jueves. El partido comenzó a las 21 horas. Al estadio Monumental llegaron 27.940 espectadores. Chile recibía a Perú en la tercera fecha eliminatoria.

El técnico de la selección chilena era Eduardo Berizzo. La Roja formó con Brayan Cortés, Matías Catalán, Gary Medel (capitán), Guillermo Maripán, Gabriel Suazo, Erick Pulgar, Rodrigo Echeverría, Víctor Méndez, Diego Valdés, Alexis Sánchez y Ben Brereton. Recién a los 13 minutos de partido, el ‘Toto’ se vio obligado a determinar el primer cambió. Catalán sufrió un desgarro y rápidamente entró a la cancha Paulo Díaz. En la segunda parte ingresaron Matías Fernández, Alexander Aravena, Charles Aránguiz y Marcelino Núñez.

Un partido áspero, cerrado, rocoso, espeso, sin demasiadas luces. Chile había sido superior, pero el arco rival seguía clausurado. Recién a los 74 minutos se abrió la cuenta a través de Diego Valdés, un eterno discutido, que venía haciendo un buen partido.

Perú se fue en demanda de un empate que a ratos estuvo cerca, bordeando. Por eso el gol final de Marcelino Núñez, tras una carrera indómita de Aravena por la izquierda, generó una explosión, un estallido, mezcla de gol y de desahogo. Más desahogo que gol.

A los pocos segundos, con los abrazos todavía tibios, el juez Wilmar Roldán decretó el final del compromiso.

El último gol de la selección chilena en un partido oficial, uno por los puntos, fue el 12 de octubre del 2023.

De ahí en más, el arco se cerró.

Chile perdió 3-0 contra Venezuela, empató sin goles con Paraguay. Berizzo renunció y Nicolás Córdova dirigió contra Ecuador y la Roja cayó por la mínima, sin hacer goles.

Luego llegó Gareca, un clamor popular. El equipo mostró señales en amistosos. Contra Albania, Francia y Paraguay, más allá de los resultados, Chile mostró señales que insinuaban una recuperación. Y en todos los juegos hizo goles. Pero volvieron los duelos oficiales y el arco se volvió a cerrar. Ningún gol convertido en Copa América. Nada contra Perú, nada contra Argentina, nada contra Canadá.

Si bien la Copa América es un torneo en serio, el verdadero foco del proceso de Ricardo Gareca está en clasificar al próximo Mundial. Y en esa ruta lleva sólo un partido. Una goleada de 3-0 ante Argentina. Otra vez sin anotar en partidos oficiales.

La anemia goleadora de Chile no es adjudicable al proceso Gareca. Tampoco lo es el peor arranque eliminatorio de la Roja desde que se juega con el formato de todos contra todos. Contra Bolivia se juega permanecer en el grupo que pelea por rasguñar la última plaza o el repechaje. Pero se juega algo más. Tratar de recuperar el tono futbolístico. Los resultados se pueden conseguir con actuaciones puntuales afortunadas, pero en la carrera larga los que logran sostener el ritmo son los planteles más amplios, con una idea de juego coherente que se adapte a los intérpretes. Hasta ahora Gareca no ha movido demasiado su planteamiento y diseño de juego, insistiendo con un modelo que parece alejarse del tono de los jugadores con los que cuenta.

La falta de gol ha llegado a momentos extremos. Van más de 330 días. Ya es tiempo suficiente para terminar esa sequía. De otro modo el objetivo, que ya está lejos, parecería tan difuso como inalcanzable.