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Expectativa y realidad

Cuando la distancia entre expectativa y realidad es muy grande se generan grados de frustración que nublan los análisis. La premisa es desigual, por lo mismo, el resultado será irremediablemente insatisfactorio. Si nuestro parámetro es el fútbol del Manchester City y se espera que las escuadras nacionales, equipos o selección, jueguen de ese modo, se comete una obvia disparidad. Tan obvia que resulta increíble tener que explicarla. Pero a veces es necesario.

José Sulantay, entrenador fallecido recientemente, decía que los equipos de fútbol siempre pueden jugar bien, que no es lo mismo que jugar lindo. Pregonaba que el técnico debe armar los equipos con el material que cuenta, pero debe intentar mantener un espíritu. Insistía Sulantay que si tenías jugadores adecuados, buenas condiciones de trabajo, profesionales de nivel, canchas en buen estado y salías sólo a defenderte, te gustaba otro deporte. A menudo el medio exige que los equipos jueguen siempre como el Manchester City.

En un deporte de competencia habrá vencedores y derrotados. Pero existen formas y formas de conseguirlo. Un partido excluyente puede analizarse a través de parámetros aislados. Pero en la carrera larga suelen imponerse las tendencias. Es la vieja discusión, por ejemplo, respecto a la eficacia. Porque se suele establecer una distancia entre el técnico que busca conseguir un resultado versus aquel que trata de sostener una idea, como si este último no estuviera detrás de ganar. Todos quieren ganar. Los ofensivos y defensivos. Los que juegan con 4 en el fondo o marcar al hombre, los que atacan con tres delanteros o con sólo uno. Todos quieren ganar.

No existen garantías absolutas en el fútbol. Los cambios de entrenador siempre buscan un giro del timón y en ocasiones se consigue, como Ivo Basay en Copiapó. Más allá del resultado final del campeonato, el equipo de Atacama comenzó a sumar puntos. Pese a que aún no logra zafar del todo de la zona peligrosa, ya no está en posiciones de descenso. El caso de Curicó es la contraparte. Damián Muñoz fue cesado de su cargo como DT por una campaña que los dirigentes consideraron discreta. Su reemplazante, Juan José Ribera, no pudo cambiar el rumbo. Al contrario, los números fueron aún más contundentes y el equipo no ha logrado levantar. Otro cambio de timón para las fechas que quedan.

Los análisis de la Selección suelen estar teñidos con esa distancia entre expectativa y realidad. Se le exige a los jugadores hacer cosas que nunca han realizado, jugar cómo nunca han jugado, rendir cómo nunca lo han hecho. Más allá de la evaluación particular que se tenga sobre Eduardo Berizzo y su planteamiento, es menester considerar el universo de jugadores que Chile tiene y el desempeño que están exhibiendo en sus clubes, para tratar de proyectar un símil vistiendo la Roja. Si no consideramos eso, el jardín del vecino siempre será más fértil.