Fútbol ficción

Muchas veces la discusión futbolera se detiene en quiénes no están o en eventos que no sucedieron.

Si el disparo de Mauricio Pinilla bajaba tres centímetros, en el estadio Mineirao, hace diez años, la Roja eliminaba a Brasil, se cruzaba con un rival más abordable, como Colombia y pudo alcanzar alturas mayores en la Copa del 2014.

Si Chile hubiera clasificado al Mundial de Rusia 2018, pudo ser cabeza de serie por el lugar que ocupaba en el ránking FIFA, eludir así rivales más complejos y, por el estado de forma de sus principales jugadores, pelear entre los mejores del mundo.

Al revés, si Ángel Di María no se lesiona en la final de la Copa América del 2015, quizás Argentina termina dominando a Chile como lo estaba haciendo mientras el zurdo estaba en cancha. O si Messi convierte en la definición a penales del 2016, tal vez la Copa Centenario era para Argentina y no para Chile.

Pero nada de eso pasó. Pinilla le pegó al palo, Chile no clasificó al Mundial de Rusia, Di María se lesionó contra la Roja, Messi perdió el primer penal de la tanda y fuimos no sólo campeones, sino que bicampeones de América.

El fútbol ficción tiene eso: no existe y habla mucho más de quien enarbola el discurso que de los hechos mismos.

Eso ocurrió tras el debut de Chile en Copa América en diferentes aspectos. Se comentó mucho sobre lo que no pasó, los que no estaban.

Si Alexis hacía ese gol, si Brereton entraba desde el arranque, si Valdés no se lesiona, si hubiese estado Vidal. Muchas veces el debate se mueve por contornos que exceden la realidad. Y entra a un terreno de fantasía, donde cualquier posibilidad cabe, donde no puedes descartar ninguna hipótesis y donde los escenarios son tan amplios como el cielo y las montañas.

El partido de Chile contra Perú dejó sensaciones más amargas que satisfactorias. Pero se leyó y escuchó conclusiones tan tajantes como exageradas. Viene Argentina y Canadá, partidos donde obviamente el rendimiento debe mejorar. Y sobre todo vienen las clasificatorias, a partir de septiembre.

No olvidar que el objetivo está ahí.