Hay un límite (que rompe el deseo)
Cuando se cuestiona la pérdida de identidad de los clubes, los dueños y defensores del modelo de propiedad llevan la discusión al terreno legal, donde se sienten cobijados, protegidos y resguardados. El tema es que nadie ha cuestionado la legalidad de sus maniobras. Hablamos de otra cosa. De un intangible. De algo que no tiene precio ni se transa en bolsa: la identidad de un equipo de fútbol.
Tampoco se trata de romantizar la discusión a niveles de refrán simbólico sin aterrizaje. Porque los dueños del Manchester City no eran hinchas Ciudadanos de niños ni andaban flameando banderas celestes cuando el club ganaba tarde mal y nunca. Los actuales propietarios del PSG no se compraron el club del que eran aficionados de pequeños. Hay ejemplos en todas las direcciones. La propiedad no es el problema en sí mismo. Al menos no es el único. Sí el prioritario y cuando eso se confunde con el extravío de la historia y los valores de una institución, se pasa a llevar lo más preciado que tiene el deporte, ya sea en la alta competencia o en el nivel más amateur: el relato, la narrativa, el lugar que encuentra en la biografía de todas las personas involucradas en la ecuación.
El problema crece con mayúsculas cuando los dueños mantienen la venda sobre sus ojos y no divisan que el daño al que exponen a sus clubes es enorme. Pasa en Unión La Calera con niveles asombrosos. Nada ilegal. Nada fuera de la norma. Los hinchas cementeros se merecen un escudo y una estrella por su nivel de resistencia. Ante la mirada atónita de una industria que deja y permite, toman decisiones que alejan al club de su centro. Usar los clubes como para aceitar un engranaje de transferencias tiene algunos beneficios, como que ilustres futbolistas vistieran la camiseta calerana. Pero el perjuicio puede ocasionar que una escuadra se convierta parodia de sí misma. Y, con matices, sucede también en clubes como Audax Italiano, San Felipe, Fernández Vial, San Luis, Huachipato, La Serena y varios más de la comarca. Es un debate poco popular y hasta antojadizo, porque ahora que la U está encumbrada en la tabla, pareciera que la incestuosa relación de propiedad y transferencias que mantiene con Huachipato fuera cosa del pasado. Los azules son justos líderes del campeonato y el conjunto acerero viene de ganar en Brasil. Pero a veces hay discusiones que deben darse no en los momentos de crisis, porque ahí es fácil pegarle al que está en el suelo. La mirada debe estar siempre. No es un asunto de resultados. No es un asunto de propiedad. Es algo mucho más profundo y severo. Vulnerar la historia de los clubes, perder su identidad, es cercenar parte de nuestra biografía. Y eso no tiene valor económico.