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La figura del mundo

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El escritor mexicano Juan Villoro explora la relación con su padre en su reciente libro La Figura del Mundo. Un padre español avecindado en México, de pocas palabras y muchas profundidades. El trabajo de Luis Villoro fue referencia y sustento conceptual para movimientos como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuyo portavoz, el Subcomandante Marcos, es calificado por Juan Villoro como su hermano invisible.

En la relación padre-hijo la pelota juega un rol fundamental. En los Villoro eso también transcurre y el autor lo retrata con dedicación en su texto. Semana a semana, por años, padre e hijo recorrían canchas del DF buscando un buen partido. No necesariamente seguían la ruta del Necaxa, equipo del cual Juan Villoro es acérrimo aficionado, sino cualquiera disponible. Eran otros tiempos. Tiempos en donde podías ver un partido de fútbol sin problemas, sin importar si tu equipo estaba en cancha o eran pasiones ajenas.

Cuando sus padres se divorciaron, el estadio se convirtió en el reducto donde Luis y Juan Villoro, padre e hijo, encontraron un sitio donde desplegar su afecto a partir de un latido común. Cuando los silencios se extienden, cuando las verdades son incómodas, el amor por el fútbol logra unir sensibilidades y generar puentes que muchos hemos cruzado y seguimos cruzando con nuestros propios padres y también con nuestros propios hijos.

Seamos sinceros. Dentro de los legados y herencias que recibimos y pretendemos irradiar, el amor por la pelota es un bastión en todo futbolero o futbolera mira con especial cuidado. Ojalá que nuestros hijos alienten los mismos colores, pero si no es así, al menos el amor por el juego más lindo de todos.

Con la misma sinceridad, la industria nos ayuda poco a ese objetivo. Cada vez es más difícil asistir al estadio con nuestra descendencia. Los niveles de violencia están naturalizados y para nuestros hijos es mucho más cómodo y lúdico seguir las alternativas del Manchester City que los equipos de la liga local.

Seguir siendo hincha es un acto de resistencia. Heredar la pasión, un salto de fe.

Juan Villoro es hincha del Necaxa. Hace algunos años el club trasladó su residencia a Aguas Calientes. Para verlos debe recorrer casi 500 kilómetros. Cuando ahora llega a la cancha, se encuentra con nuevos hinchas. Muchos de ellos, parte de una nutrida colonia japonesa. En esa ciudad está la sede de una de las concesionarias automotrices más importantes de Latinoamérica. Villoro, cuando mira al costado, ve a nuevos aficionados, del otro lado del mundo, alentando por los colores de su Necaxa. Algo se ganó en el camino.

Algo también se perdió.