La soledad de los números primos (Chile busca un DT)

Terminaba la década del 70 y caía de maduro que el técnico de la Selección chilena debía ser Luis Santibáñez. Por esos años había sido campeón con San Felipe (1971) y la Unión Española (1973, 1975, 1977), además de alcanzar el subcampeonato de la Libertadores con los hispanos en 1975. Eran los años en que el técnico del seleccionado solía ser aquel de mejor desempeño en el torneo local.

Para las Eliminatorias a Francia 98 el escogido de emergencia fue Nelson Acosta. Chile comenzó el camino clasificatorio con el español Xabier Azkargorta, despedido tras el primer partido. Era necesario un entrenador que conociera el paño nacional pues había poco tiempo para el próximo partido. La Roja necesitaba un pragmático saca-resultados capaz de conducir un grupo que tenía dos bestias en ataque, como Iván Zamorano y Marcelo Salas. Acosta marchaba colista con la Unión Española, pero con los rojos había ganado un par de Copa Chile, había llegado a cuartos de final de la Libertadores y tenía buenos registros anteriores dirigiendo a Fernández Vial y O’Higgins. Era casi el candidato natural.

Juvenal Olmos fue el escogido en el período de Reinaldo Sánchez. Un entrenador joven, ambicioso, que venía de ser campeón con la Universidad Católica. Su nominación no sorprendió demasiado.

La llegada de Marcelo Bielsa respondió a otras características. El entonces presidente Harold Mayne NIcholls quiso dar un golpe de timón, un giro en el destino, buscar un entrenador reconocido por su capacidad de trabajo y por provocar verdaderas revoluciones por donde pasaba. Bielsa aceptó la oferta porque sabía que tenía los intérpretes adecuados para su idea de fútbol. Jóvenes, talentosos y con una enorme proyección.

Cuando se fue Bielsa hubo una tormenta y era necesario un hombre que calmara aguas y generara consenso. Claudio Borghi parecía el indicado. De gran campaña en Colo Colo, el Bichi además de dirigir bien, le caía bien a todo el mundo. Por diferentes razones su proceso se vio trunco y el nombre de Jorge Sampaoli era un candidato obvio tras su gran desempeño en la Universidad de Chile. Los resultados fueron brillantes.

Martín Lasarte llegó a apagar un incendio. O a tratar de amagarlo, al menos.

La pregunta actual es, ¿Qué técnico quiere la ANFP para que conduzca a la Selección? Otra interrogante tan relevante como la anterior es ¿Qué entrenador necesita hoy el fútbol chileno, de cara a los desafíos venideros y a la materia prima con que cuenta? No es cosa de proponer nombres a destajo. Es saludable primero instalar una idea, un objetivo que surja a partir de los diagnósticos adecuados. De otra forma se corre el riesgo de volver a chocar contra una pared. Porque no basta sólo un buen técnico. Se requiere el nombre correcto para el momento indicado.

Francis Cagigao sigue en Europa entrevistando nombres, en un largo casting que incluye DTs sudamericanos que trabajan en el Viejo Continente y algunos europeos que podrían ser una verdadera sorpresa, pues conocen poco del fútbol nacional. La nómina de candidatos incluye diferentes estilos y metodologías de juego, lo que no está mal en sí mismo, pero debe ser contrastado con una planificación mayor. ¿Es posible realizar un plan serio cuando hay elecciones a fin de año? ¿Podrá Cagigao amarrar a un entrenador si en algunos meses más podría cambiar de rumbo la ANFP, con director deportivo incluido?

Es menester despejar esas dudas, antes de pensar en nombres, por buenos o malos que sean.