Las políticas del terror ya no asustan como antes
Chile organizó un Mundial Juvenil en plena dictadura. La FIFA vino a inspeccionar el Estadio Nacional cuando era centro de detención y tortura y dijo que se podía jugar igual. Y nunca intervino.

Han pasado varios días desde la carta que habría enviado la FIFA y la Conmebol hacia la ANFP, mostrando preocupación por la eventual injerencia del Estado en administraciones deportivas y recordando que una participación externa significaría penas deportivas graves, como la no participación en torneos internacionales como las clasificatorias.
Una vez más, cuando las conversaciones se convierten en incómodas, aparece esta bandera roja, con una sincronía que asombra.
Las reacciones fueron inmediatas por parte de los parlamentarios que discuten las modificaciones a la ley de sociedades anónimas deportivas, por parte de los jugadores a través del SIFUP, por parte de las jugadoras a través de la ANJUFF, por parte de los medios de comunicación.
¿Quién mantuvo silencio? Los clubes, sus dirigentes, sus propietarios, sus controladores, en su gran mayoría.
Es menester aclarar que es muy poco probable que la FIFA intervenga por una supuesta participación del Estado a partir de estas nuevas normativas a la ley. Primero, porque es un marco jurídico general. Segundo, porque aplica no sólo al fútbol sino a todos los deportes. Tercero, porque en ninguna parte establece la participación estatal en la designación de cargos o autoridades. Cuarto, porque no vulnera el derecho de propiedad en ningún caso. La ley no está en contra de las sociedades anónimas deportivas, no está contra la propiedad de los clubes. La ley busca aclarar territorios grises que tienen que ver con la multipropiedad y la transparencia respecto a quiénes son dueños o controladores de un club.
¿A quién molesta, entonces, una modificación legal? ¿A los dueños de los clubes? No. Le molesta quiénes participen en más de un club, a quiénes usen señuelos para esconder su propiedad en más de un equipo, a los representantes que controlen clubes aunque no sean dueños, molesta a los palos blancos, a los fondos de inversión, una figura legal que permite una opacidad gigantesca. Al dueño de un club, no le complica nada. Al propietario, al accionista, al participante en una sociedad anónima deportiva, incluso le beneficia.
¿El Estado no interviene en el fútbol chileno? La mayoría de los estadios en Chile son estatales, municipales o fiscales. Sólo cuatro clubes tienen estadio propio: Colo Colo, Universidad Católica, Unión Española, Huachipato. Buena parte de la seguridad que se despliega semana a semana para organizar el campeonato proviene del Estado. Para bien o mal, es la autoridad política la que toma las decisiones para calendarizar fecha a fecha. Cuando se creó la Ley de Sociedades anónimas deportivas, fue una discusión legislativa. Chile tuvo a un general de Carabineros a cargo de la Federación. Chile organizó un Mundial Juvenil en plena dictadura. La FIFA vino a inspeccionar el Estadio Nacional cuando era centro de detención y tortura y dijo que se podía jugar igual. Y nunca intervino.
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Las políticas del terror ya no asustan como antes.
