Los retornos
La llegada de Mauricio Isla genera expectativas altas en Colo Colo. No hablamos sólo desde el sitio de la nostalgia, sino del presente. En una amarga Copa América, el lateral derecho fue de los puntos más rescatables. En su zona sigue siendo el mejor, viene de un medio más competitivo y está en condiciones de jugar inmediatamente.
La frustrada presentación de Charles Aránguiz no pospone el análisis de su retorno. La capacidad del volante no está en cuestionamiento, pero su presente ha sido discontinuo. Las lesiones lo dejaron al margen tanto en su último período en el Bayer Leverkusen, como en el Inter de Porto Alegre. En cancha demostrará su vigencia, pero no llega en condiciones de portar inmediatamente una camiseta de titular en la U.
Los retornos de los grandes jugadores tienen varios componentes. La nostalgia, el respeto a su trayectoria, lo que a veces contrasta con un presente que no siempre irradia cualidades. Los casos de Marcelo Díaz en la Universidad de Chile y el de Arturo Vidal en Colo Colo muestran esa perspectiva. Ambos son titulares en sus equipos, se nota cuando no están en cancha y su rendimiento les permite ser parte del once titular. Su rol se ejerce dentro de la cancha, pero también fuera de ella, en el vestuario, en atraer el foco noticioso, en resistir las presiones propias de un equipo grande.
Hay jugadores de la generación dorada que han manifestado que no están dispuestos a regresar al fútbol chileno, eludiendo lo que consideran críticas injustas, sobre todo provenientes de las redes sociales. Obviamente están en su derecho. Nadie está obligado a volver, ni al club de origen ni al país. Son decisiones personales, respetables, en donde cualquier comentario anexo es involucrarse en terrenos que no competen a la discusión. Pero en un deporte competitivo, la crítica es parte de la ecuación, incluso a quienes lo ganaron todo. Considerar su enorme trayectoria es indispensable, sólo de esa manera se puede evaluar su desempeño y vigencia. El presente a veces te golpea con rudeza y es mejor mirarla directo, sin bajar la guardia ni eludir la evaluación de rendimientos propias de un deporte de alta competencia.