Miedo institucional

Nunca en la historia Colo Colo le había anotado tres goles a la Universidad de Chile en los primeros quince minutos del Superclásico. Como expresión de lucha el duelo terminó al cuarto de hora. A eso le sumamos el penal perdido por Cristián Palacios en doble instancia, primero con el adelantamiento de Brayan Cortés y luego en el palo que devolvió su derechazo.

Dijo Gustavo Quinteros que los albos habían jugado igual que los partidos anteriores, pero el rendimiento y el trámite del partido no coinciden con esa sentencia. Colo Colo jugó mucho mejor que en partidos anteriores. Quizás siempre tuvo la intención de presionar arriba y colmar la cancha de costado a costado. Quizás siempre intentar capturar los segundos balones y proyectar a sus laterales con criterio. Pero no lo había hecho. Esta versión se complementó no sólo con una ideología, sino con intérpretes que mejoraron su desempeño. Crecieron Solari, Costa, Pavez, Lucero, Opazo, Suazo. Entró bien Bolados. Amor hizo un partido correcto, ordenando a un a veces dubitativo Falcón. Cortés atajó lo que tenía que atajar.

Pero lo de la U es inquietante y, lo peor, predecible. No es necesario ser un experto en fútbol para distinguir que este plantel está desbalanceado. Se dijo en su minuto. El retorno de Felipe Seymour respondía más a razones emblemáticas que futbolísticas. No había sido titular en Unión Española, La Calera ni en O’Higgins, sus últimos clubes. Pese a descender en cancha (la secretaría dijo después otra cosa), la U fue de cabeza a buscar a Ignacio Tapia e Israel Poblete de Huachipato, cuando el mercado mostraba muchos mejores posibilidades. Se fueron todos los zagueros centrales y llegó José María Carrasco, un defensor que genera muchas más dudas que certezas. Una cosa es el mal planteamiento, una cosa son los malos desempeños y otra diferente es la mala gestión, administración y soberbia de una dirigencia que se empecina en cometer un error tras otro.

Lo más preocupante en la Universidad de Chile es que pese a que el torneo recién comienza y no da para conclusiones taxativas, muestra pocas señales y cada partido parece ser peor que el anterior. Los equipos pueden jugar bien o mal, pero las instituciones grandes deben jugar a la altura de su historia. Y la U no lo hizo.

Los jugadores y el cuerpo técnico responden por los malos y buenos rendimientos. Los dirigentes y funcionarios por el armado de los planteles. Pero en la U algunos nunca se equivocan y cuando se les critica, rápidamente toman el teléfono para protestar y vetar al periodista de turno, como si ese fuera el fondo del problema.

Frank Kudelka, cuando dirigió la Universidad de Chile, describió la mala racha de los azules ante Colo Colo como “miedo institucional”, algo que excede por lejos los márgenes de una cancha de fútbol. Quizás el argentino no estaba tan equivocado en su diagnóstico.