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Para los que somos futboleros, las coordenadas de nuestra ruta están marcadas por las Copas del Mundo, juegue o no la selección chilena. Obviamente cuando la Roja está presente el asunto cambia. Debemos reconocer que hemos visto más Mundiales sin Chile que con Chile en cancha.

Pertenezco a una generación marcada por México 86, el primer Mundial del que tengo memoria. Para España 82 ya estaba en este planeta, pero no recuerdo nada. Un llavero de Naranjito, la mascota de la Copa, demuestra que en mi casa el torneo se tomó en serio, con una lamentable actuación del combinado nacional.

Para México el germen del fútbol ya estaba incubado pero aún no explotaba en todas sus dimensiones. Quizás por eso me defino como Maradoniano. El primer Mundial que recuerdo con nitidez fue ese donde el argentino hizo todo, lo bueno y también lo malo, en una cancha de fútbol. Mi infancia quedó marcada con vestigios visibles hasta hoy por ese Mundial. Nunca he visto una actuación individual de un futbolista en una Copa como la de Maradona en ese año. Siempre he pensado que el 10 trasandino fue clave para convertirme en futbolero sin retorno.

Seguí a Maradona en el 90 y el 94. Chile no jugaba y si bien nunca he alentado con devoción a ninguna otra selección, mis simpatías iban siempre hacia Argentina por culpa del barrilete cósmico.

Francia 98 fue otra cosa. Comenzaba a trabajar en el periodismo y Chile jugaba, por primera vez en mi memoria, un Mundial. Quizás por eso tengo un respeto entrañable por esa generación de jugadores. Gracias a ellos conocí lo que era una Copa del Mundo en serio.

El 2002 fue un Mundial casi invisible. Los horarios asiáticos provocaron que nos perdiéramos muchos partidos. A los más futboleros nos reconfortó que el Gordo Ronaldo ganara el Mundial que se merecía.

El 2006 fue el primer Mundial que pude cubrir como profesional. En Alemania todo funcionaba y esa cita no fue la excepción. A años luz de cualquier otra organización.

2010 y 2014 nos instaló en la Copa con la generación dorada, cuando Chile dejó gratas sensaciones, múltiples recuerdos, varios récords en un equipo que creemos pudo llegar más arriba, pero siempre la valla de Brasil fue insuperable.

Dolió no estar el 2018, más que ahora. Algunos aún creemos que los jugadores de la Roja llegaban en el momento preciso a esa Copa, pero pensamos en jugarla antes que clasificar y eso pasó la cuenta.

Seamos sinceros, para 2022 nunca competimos. A mirarlo de lejos, pero con las coordenadas dispuestas. Estamos unidos a los Mundiales, queramos o no, con Chile dentro o fuera de la fiesta.