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“¿Habrá algún sanfelipeño que quiera quedarse con @USanFelipeSADP? De ser así lo espero los primeros días del mes próximo en la sede del club para conversar. Las puertas están abiertas. Sería valioso que alguien mostrara interés en adueñarse del club de su ciudad”.

Este mensaje fue alojado en la cuenta de twitter de Raúl Delgado, máximo accionista de Unión San Felipe, el pasado 10 de septiembre a las 20.16.

Hay varias maneras de interpretar este mensaje. Llama la atención que se usen algunas palabras que pueden sonar un tanto frías cuando hablamos de un deporte que moviliza pasiones y que conlleva identidad e historia. Se pregunta Delgado si alguien quiere quedarse con San Felipe. Y en la última línea se habla de adueñarse del club. Quedarse. Adueñarse. Puede que no suene bien, pero en términos legales y administrativos, es exactamente eso. Los máximos accionistas de las instituciones se quedan con los clubes, se adueñan de ellos. Guste o no.

Puede leerse como una iniciativa de volver al origen, de buscar entre gente de la ciudad a los futuros accionistas, quienes puedan darle un matiz de identidad, idiosincrasia, cercanía con personas oriundas del Valle del Aconcagua. Este ha sido tema de profundo debate en las diferentes sociedades anónimas deportivas: el vínculo de los propietarios o máximos accionistas con el club que administran. Se menciona que en muchos casos la lejanía es un pecado irremediable. Hay ejemplos para ambas posiciones. La familia Abumohor ha hecho un trabajo más que interesante en O’Higgins de Rancagua y no son originalmente hinchas del club, sino que su historia directiva estuvo ligada por décadas con Palestino. Se dice que una de las grandes falencias de la directiva de Azul Azul es la lejanía de alguno de sus máximos accionistas con la U. Y es cierto. También es cierto que parte del desplome de la entidad ocurrió en las dirigencias que encabezaron Carlos Heller y José Yuraszeck, reconocidos hinchas de la U. Y así les fue.

Es importante el vínculo con la institución. Suma. Respeta. Promueve. Pero el énfasis debe estar en el proyecto club, en la misión, en los objetivos que se pretenden desarrollar en lo deportivo e institucional y en los medios y recursos para conseguirlos.

La pregunta de Delgado a través de su Twitter es abierta. No se habla de montos, acciones o porcentajes. Y ese no es un tema menor. Porque no se trata solamente de un asunto de voluntad. Se requiere una espalda económica para poder invertir. Y en un país como este son pocos quienes cuentan con esa capacidad económica para hacerlo. Una barrera que marca una diferencia demasiado sustantiva. No se trata sólo de querer. Hay que poder. Y se necesita dinero. ¿Cuántos interesados tienen el dinero suficiente para ser parte de San Felipe o de cualquier institución?

Pocos. Muy pocos.