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La selección chilena vuelve a la cancha el próximo 27 de marzo en un duelo amistoso contra Paraguay. Un partido que debería tener el foco en la prueba de jugadores, experimentar diferentes diseños de juego, mezclar figuras connotadas con nóveles que están empujando para generar el tan anhelado recambio.

Pero no. El amistoso ante Paraguay tiene ribetes que exceden los objetivos de un duelo amistoso. Aunque parezca una locura, Eduardo Berizzo podría jugarse el puesto en este partido, en un cotejo donde no hay puntos en juego, en un partido con muchos cambios y pruebas, de tubos y pipetas, que no genera conclusiones definitivas.

¿Cómo llegamos a este punto?

Si bien es cierto que la Roja presenta una deuda de arrastre (hace más de un año que no gana un partido), el período de Eduardo Berizzo genera sus propias incertidumbres. Con el Toto en la banca Chile no ha ganado un partido y tampoco exhibe un rendimiento que entregue luces que abriguen una dosis mesurada de optimismo. En definitiva, el panorama se ve oscuro. Muchos factores son los que influyen, siendo el cambio de materia prima el principal de ellos. La generación dorada va en retirada y el relevo no tiene los mismos grados de competencia. Ya no vemos tantos exponentes en el primer mundo futbolero, no se aprecian explosiones demasiado llamativas.

Pero hay un elemento que inquieta: aún no se ve una línea de juego demasiado marcada. Tampoco conocemos el plan del entrenador. Es cierto, los de afuera no tenemos porque conocer ese detalle, pero el mutismo del cuerpo técnico genera interrogantes. No tenemos claro qué pretende, cuál es su diagnóstico y si encuentra las herramientas para conseguirlo.

Para las eliminatorias falta un rato aún. Chile no tendrá demasiados partidos en el intertanto. Dentro del directorio no hay unanimidad en el respaldo real a Berizzo. No ganarle a Paraguay, no mostrar un fondo de juego, puede ser una mochila tan pesada que comience a generar ese murmullo incómodo que bien sabemos como termina. El técnico no se guardó nada y nominó a lo mejor que tiene disponible. Hace algunas semanas el presidente de la ANFP señaló que ya no era tiempo para pruebas. Ahora esperan resultados, bosquejos, pistas que permitan ver un panorama más prístino, antes que la desesperación llegue al río.

Aunque suena una locura, una exageración, un apresuramiento, Eduardo Berizzo se juega algo más que buscar esquemas y funcionamiento en un amistoso contra Paraguay. Necesita ganar, para navegar en aguas más quietas. Porque no clasificar a un Mundial con seis plazas y media disponibles en un universo de diez equipos, sería lo más cercano a tocar fondo.