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Arcos

Cuando el cobre era dorado

Actualizado a

Pertenezco a esa generación que creció en los primeros años de los 80. En medio de un país convulsionado, de murmullos y secretos en voz baja, con toques de queda inexplicables y con un presidente que estaba siempre, pese a que nunca habían elecciones.

Pertenezco a esa generación que veía fútbol en la televisión abierta, los goles en todos los canales, con pocos jugadores chilenos militando en el exterior. Pertenezco a la generación que veía teleseries de Moya Grau, que seguía Sábados Gigantes y que nos obligaban a cantar el himno nacional en la escuela todos los lunes. Sin falta.

Pertenezco a la generación que siempre vio grande a Cobreloa. Gigante, en realidad.

Ganarle a los naranjas en el norte era casi imposible. No sólo por el factor de la altura, sino por la pléyade de figuras que tenía el equipo. En esa década jugaron Wirth, Osbén, Tabilo, Mario Soto, el Mocho Gómez, Enzo Escobar, el Ligua Puebla, Armando Alarcón, Merello, Letelier, Siviero, el Trapo Olivera, el Nene Gómez, Trobianni, el Pindinga Muñoz. Llegar a Calama era pelear por el campeonato.

En los 90 tal vez el boom se frenó un poco, pero alcanzamos a ver a Canales, Jaque, Fuentes, Cornejo, Retamar, Heidi González, Jaime Riveros, Marcelo Miranda, Fantasma Figueroa, el Pillo Vera, levantar coronas. Cobreloa seguía siendo animador.

En la siguiente década, con Nelson Acosta y Luis Garisto, el equipo volvió a campeonar. Pato Galaz, Nelson Tapia, Luis Fuentes, Jaime González, Kalule Meléndez, Pepe Díaz. Un equipo bravísimo.

¿Qué te hicieron Cobreloa? ¿Cómo un club así termina en enredos que son tan difíciles de descifrar?

A través de egoísmos, de dirigentes mentecatos y miopes, el equipo vive un escenario complejo, peleando el descenso. Traen a un técnico que conoce el paño y que les asegura batalla hasta el final, pero los líos internos prosiguen, entre personeros opacos, que en la historia grande de Cobreloa no tienen reservado un lugar.

Codelco ha anunciado que pretende cortar el apoyo económico a los equipos del cobre, en una distancia sideral entre quienes no comprenden que Cobreloa y Cobresal son, para los habitantes de esas zonas extremas, duras y bellas, algo mucho más importante que un equipo de fútbol. Ellos se sienten parte del club. El club es de ellos. Ellos lo hicieron. Ellos lo levantaron.

Los dirigentes actuales, los personeros de Codelco, que tienen muchísimo power point y poca, poquita calle, seguramente no saben que amenazan con destruir el equipo donde empezó Alexis Sánchez, Charles Aránguiz y Eduardo Vargas.

Por si acaso.