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ARCOS

Hace calor

Hace aproximadamente setecientos años, enero y febrero son meses calurosos en Chile. En serio. Parece que a la hora de programar los partidos del fútbol nacional, ese factor no se tomó en cuenta.

Algunos se quejan más, otros se quejan menos. Pero es un hecho de la causa que la actividad física sufre un deterioro con cuarenta grados de temperatura. Imposible pedirle a un equipo la misma intensidad en un horno sofocante.

Del hincha pocos se acuerdan a la hora de programar. Da igual si no van al estadio. Total, se abonan al CDF y después se reparten las utilidades en el negocio que quieren hacer creer que es exitoso. Porque nadie les ha dicho que pulverizar el producto (como lo están haciendo) es hambre segura para mañana.

Quienes deciden los horarios de los pleitos están amarrados por la violencia. Por miedo, susto, desinterés, la ANFP prefiere eludir el problema de las barras bravas en vez de afrontarlo. Para eludir el lío de los desmanes, para evitarse un problema con los clubes, para no gastar más en seguridad, para no pelear con la autoridad política, prefieren escabullir el problema. ¿Y si juegan a las 22 horas y dejan, de una vez, a los verdaderos violentos afuera? ¿Y si programan, con los pantalones puestos, pensando en los verdaderos protagonistas? Porque los importantes acá son los que juegan, no los que programan, nunca los que estamos afuera.

Se puede cambiar un horario. Dos o tres. Calmar las aguas un par de días. Pero el tema de fondo no se aborda. La constante invitación para que usted, querido lector, no vaya al estadio. Allí está el "exitoso negocio".