Jugar como visita
La Copa Libertadores es un torneo especial, muy competitivo, con viajes largos y cambios de temperatura y altitud. Éso sí, creo que antes era más difícil que ahora, sin desmerecer a quienes la disputan hoy. Principalmente porque la influencia de los equipos del Atlántico y la falta de diferentes ángulos de las cámaras de televisión daba para muchas cosas.
Esta semana, los tres equipos chilenos jugaron sus partidos como visitantes y en escenarios muy complejos. Porto Alegre, Bogotá y Barinas se caracterizan por tener un clima diferente a lo que están acostumbrado: mucha humedad y calor sofocante, además de los efectos de la altitud en el caso de la capital colombiana. De los tres, el único que obtuvo un resultado positivo fue Palestino.
En el papel, los de colonia tenían un partido más abordable. A los venezolanos parece que todavía les cuesta jugar de local. Han crecido mucho, pero como que todavía no se creen bien el cuento y sacan mejores resultados cuando no tienen la responsabilidad de ganar. Colo Colo y la U no pudieron dar la sorpresa jugando contra Independiente Santa Fe y contra Internacional, respectivamente. Dos equipos potentes que saben ser fuertes como locales.
Siempre me gustó jugar de visita. Me daba una motivación extra y si el estadio estaba lleno, mejor aún. Quizás mi paso por un Peñarol que era campeón del mundo y que se paraba de igual a igual en cualquier cancha hizo que adoptara la llamada “garra charrúa”. Jugar en Quito, por ejemplo, era muy complicado. Una vez el público se metió a la cancha a matarnos y como equipo nos pusimos todos espalda con espalda a repartir a quien le llegara. Nos sacó la policía montada a caballos, que igual nos pegó un par de lumazos.
Ahora falta que Colo Colo vaya a Belo Horizonte y Guadalajara; Palestino a Buenos Aires y Montevideo y la U a Guayaquil y La Paz, todas salidas duras y complicadas por diferentes factores. Es de esperar que puedan sortear con éxito esos partidos y clasificar los tres a segunda fase. Sería histórico.