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¿De quién es la culpa?

Actualizado a

En el fútbol nacional ocurren escenas surrealistas como esta: Chile organizará el próximo Mundial sub 17. Por lo tanto, ya está clasificado. Pero juega igual el Sudamericano de la categoría a modo de preparación. Allí cumple, hasta ahora, un auténtico papelón. Derrota ante Bolivia y goleada, paseo, un toque de Ecuador ante la Roja que dirige el argentino Alfredo Grelak. Tambalea el cargo del DT. Es decir, la pésima actuación del equipo, en un sudamericano donde no se juega nada, para un Mundial donde ya está clasificado, puede costarle el puesto al entrenador. Suena a trabalenguas, pero así es.

El proceso del fútbol joven ha sido un absoluto desastre. Quien quiera verlo de otro modo, con un bálsamo por la trayectoria anterior de Hugo Tocalli, está bien, pero eso no quita la realidad. Lo que parte mal a menudo termina peor. Mario Salas, entonces DT de la sub 20, se fue por líos con el trasandino que llegó a hacerse cargo del plan de menores. La insistencia de Tocalli en trabajar con sus hijos e imponer a Grelak en la sub 17, fueron algunas de las causas del alejamiento del hoy técnico de la Universidad Católica.

Nada tienen que ver los nacionalismos en esto, pero no basta con tener acento rioplatense para ser considerado apto para dirigir la selección de un país. No basta haber sido estrecho colaborador de Marcelo Bielsa, como Claudio Vivas, para tomar la sub 20 y dar sendos pasos hacia atrás. La capacidad no tiene acentos, ni para descartar a ojos cerrados, ni para contratar a ojos cerrados.

El problema viene de arriba. Desde la cabeza. La falta de una planificación con equipos de trabajos coherentes, no encapsulados. Es llamativo que tanto Vivas, Tocalli o Grelak no nominen a las selecciones que tenían a su cargo, a futbolistas que militaban en equipos que eran campeones de dichas categorías. O no los convencen futboliísticamente o simplemente no los vieron, lo que es peor aún.

Pero el problema es mayor. Y corre el riesgo de proyectarse en el tiempo. Cuando el fútbol se convirtió en una máquina de hacer dinero y el análisis del éxito se explica en powe point y no en una cancha, el riesgo es alto. Desde la perspectiva empresarial, el fútbol no es buen negocio. Y el trabajo de cadetes solo se entiende como fábrica de jugadores. Invertir en inferiores es, desde esa óptica, riesgoso. Muchos clubes han abandonado el trabajo formativo, pues esperan recompensas inmediatas. Las SADP quieren ganar dinero hoy, pues mañana tal vez orienten sus negocios hacia otro lado.

La directiva de la ANFP debe tomar cartas en el asunto que le compete. La dirección técnica del fútbol joven en Chile. El Mundial se juega acá y el temor a un bochorno es real. Pero el tema de fondo, lo que hacen los dueños con sus clubes, nadie lo toca. A nade le importa. Y el panorama a futuro puede ser aterrador.