Arcos
La vida en 90 minutos
Si uno compara el rendimiento de Colo Colo y la Universidad de Chile con sus partidos precedentes, podríamos asegurar que los albos bajaron en relación a lo que venían exhibiendo y los azules mejoraron. Pero eso no bastó para que loa U amagara una victoria de los blancos que llegó de penal en el último suspiro.
Esa anotación de Esteban Paredes cambió el epílogo de un partido que parecía destinado al empate. Si uno se detiene en los diferentes aspectos del juego, el equipo de Héctor Tapia, en general, fue superior. Mayor tenencia de la pelota, cantidad y claridad en las ocasiones de gol (Johnny Herrera tuvo al menos cuatro tapadas magníficas). La U abrió la cuenta con una jugada azarosa, se instaló en terreno propio y las contras eran escasas, pero hacían daño cada vez que pasaba la línea de los volantes.
Tapia se jugó sus cartas en la segunda parte. Si hay una diferencia entre el actual Colo Colo y el del semestre pasado, es que la baraja es más amplia, el naipe es generoso para buscar en el banco las soluciones. Juan Delgado se instaló en la izquierda y fue factor, centralizó a Suazo y Paredes y Flores por la derecha. Un penal no cobrado a Corujo pudo ser chance para el 2-0. En la siguiente, la brillante visión de Valdés le permitió a Paredes, con la frialdad del artillero, anotar el empate.
Lasarte movió el tablero. Habían perdido el mediocampo. Maxi Rodríguez no creaba ni destruía. El ingreso de Sebastián Martínez le permitió a la U pasar por su mejor período, sobre todo cuando ingresó Benegas por un Canales que estando diezmado no aporta demasiado.
El partido se dirigía a las tablas. El empate parecía no molestarle a ninguno de los dos. Baeza entró a recuperar la mitad y lo hizo. Un equilibrio precario que se rompía por una genialidad o detalles. Y eso pasó. La mano de Corujo y el posterior penal de Paredes le dio a Colo Colo una victoria que tal vez sea justa en el análisis fino, minucioso, quirúrgico, pero que sobre el final parecía que ninguno de los dos lo buscaba con demasiado énfasis.
Los clásicos son partidos aparte. Distintos a todos los demás. Frase manoseada, repetida. Pero muy cierta. Y plenamente vigente.