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Hernández

SuperEsteban

Actualizado a

Si el partido hubiese terminado igualado y había que elegir la figura del superclásico la disputa estaba mano a mano, con argumentos para lado y lado, entre Johnny Herrera y Jaime Valdés. El meta de la U jugaba un gran partido, evitaba con sus tapadas que Colo Colo se pusiera en ventaja y luego se escapara en la cuenta. De un plumazo, estaba borrando los cuestionamientos que han arreciado en el último tiempo. Valdés, a su turno, confirmaba, ya a esta altura sin sorprender, que es el mejor jugador de la liga chilena. Pero como los goles marcan el destino de los clásicos, el doblete de Esteban Efraín Paredes y la jerarquía que mostró en el último minuto para patear el penal lo pone sobre todos.

Paredes no tiene la dinámica ni la velocidad de su primera etapa en Colo Colo. No es el jugador que va a ganar siempre en el uno contra uno ni se va a barrer para recuperar una pelota. Pero frente al arco su efectividad es altísima y le está dando puntos vitales a los albos tanto en el torneo local como en la Copa Libertadores. El segundo tanto ante Atlético Mineiro, el golazo del triunfo en Chillán cuando el equipo jugaba con uno menos, el doblete frente a Atlas y ahora las dos anotaciones frente a la U revelan que estamos frente a una figura excluyente.

Este domingo Visogol participó poco en el juego, pero cada vez que intervino lo hizo con criterio. Se entendió estupendo con Humberto Suazo en el primer tiempo y anotó con clase la igualdad tras un pase maestro de Jaime Valdés. La sangre fría en el penal del último minuto es capítulo aparte. Hay que tener calidad para pegarle donde le pegó –ajustadísimo al primer palo– en el último suspiro del partido y soslayar que enfrente estaba un arquero de la categoría de Herrera.

A la espera del partido de Cobresal en Antofagasta donde los Pumas se juegan puntos de oro en su pretensión del salvarse del descenso, Colo Colo será líder por algunas horas. Se lo debe a Tapia, a un plantel veterano pero con jerarquía, una columna vertebral compuesta por Villar, Barroso, Valdés y Paredes que no falla, disponer de mayores alternativas en el banco y el hambre de sus jugadores por trascender. Hoy el Cacique honra su tradición, va por todas.

Mejora la U

La U se quedó con las manos vacías en el superclásico, pero su mejora es evidente. Aunque el archirrival hizo más por ganar el partido, el equipo de Lasarte ha mejorado significativamente respecto del cuadro que era un atado de nervios y bajos rendimientos individuales. Este domingo, Herrera fue figura, Pepe Rojas respondió como hace tiempo no lo hacía, Lorenzetti mejoró y Ubilla fue peligro permanente. Preocupantes, en cambio, fueron las actuaciones de Gustavo Canales, hoy sin lesiones, pero muy bajo respecto de su mejor nivel y Maxi Rodríguez que no ha logrado justificar su traída desde Gremio.

Con todo, los azules ya parecen un equipo, varios se acordaron de jugar y su funcionamiento va en alza. Si Mathias Corujo no cometía la torpeza de saltar con las manos arriba y arriesgar el cobro de un penal, ahora estaríamos hablando de un empate razonable. Hace poquito los universitarios cayeron en el Nacional ante Iquique –también en los descuentos– y Antofagasta, pero este domingo la derrota fue muy diferente: buscó el triunfo hasta el final y en los últimos 15 minutos las mejores llegadas fueron de la U. Llamativo, porque siendo Lasarte un técnico de gran recorrido mandó el equipo para adelante teniendo en cuenta que el martes se juega permanecer con vida en la Libertadores en la altura de La Paz y en un partido que se prevé muy físico. Quizá lo más aconsejable hubiera sido echar el equipo y cerrar el empate. ¿Conclusión? La U se comportó como un equipo grande y buscó la victoria hasta el último instante.

Hubiera querido terminar esta columna en el punto anterior. Pero será sólo un punto aparte y no final. ¿Por qué? Porque no puedo dejar que asómbrame con la baja asistencia al estadio. En realidad no me sorprendo. Esta mañana en la previa que hizo radio ADN, el periodista Patricio Barrera entrevistó a un papá y su pequeño hijo en las afueras del hotel Atton de Vitacura donde estaba concentrado Colo Colo. ¿Va a la cancha esta tarde?, le preguntó el reportero y el hombre dijo: “nooo, ya no se puede ir al estadio en familia, es muy peligroso. Prefiero ver a los jugadores acá”.

Es verdad, se toman medidas, cada vez la hinchada visitante es más pequeña y se determina que debe permanecer encerrada en la tribuna largo rato después de concluido el partido. Abramos los ojos. Es insuficiente. La inseguridad campea. Y el chileno medio, ese que en los ochenta metía varios llenos durante el año en Ñuñoa hoy no está yendo a la cancha. OK, la inseguridad no es la única variable, sí la principal. ¿Conspiró contra la asistencia jugar a las 4 de la tarde con 31 grados? Probablemente. Pero la razón de fondo es el macheteo, los piedrazos, la experiencia extrema y desagradable de tomar una micro con barristas, la imagen que se lleva tu hijo o tu mujer de ver a tipos que putean de lo lindo que te rayen o roben el auto en las afueras del estadio. El tema no lo vamos a solucionar aquí, pero los clubes, la ANFP y la autoridad política deberían tomarse el asunto más en serio.