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El pisotón de Medel

Han pasado varios días, pero el pisotón que Gary Medel le dio a Neymar en el amistoso jugado en Londres sigue generando comentarios. El último capítulo lo escribió Claudio Bravo, capitán de la Roja y compañero del brasileño en el Barcelona, quien admitió que intercedió, conversó con ambos para terminar con declaraciones cruzadas. Neymar dijo que Chile jugó lucha libre, Medel replicó que el fútbol era para hombres, el ex Santos contestó que al chileno no lo conocía.

Gary Medel estuvo mal. Cometió una infracción. Si el árbitro se percata, lo expulsa. Si el partido hubiera sido por los puntos, las consecuencias habrían sido peores.

Reconociendo que todo lo anterior es indesmentible, admito que asumir una defensa a Medel es elegir el camino políticamente incorrecto.

Tomo esa ruta.

No digo que el chileno haya estado bien en su actitud. La jugada ya había sido sancionada cuando pisa a Neymar que estaba en el suelo. No pretendo hacer apología al juego violento y rudimentario. Solo comprendo la reacción virulenta de Medel.

Una cosa es ser habilidoso y otra la que hacía el brasileño. Burlarse en cada pelota. Cada golpe, cada roce, provocaba en este extraordinario delantero revolcones que parecían producto de un ataque nuclear. Pocos minutos antes, en un entrevero entre los dos jugadores, el ariete pegó y no pasó nada. El juego siguió.

En el fútbol lo que hizo Medel ocurre a menudo. Los zagueros marcan a los atacantes más peligroso. El historial está lleno de ejemplos. Hasta el más grande de todo, Elías Figueroa, dejó al soviético Oleg Blokhin pegado a una reja de contención en el estadio Nacional de Moscú, a los dos minutos de partido entre Chile y la URSS por el repechaje al Mundial de Alemania 1974.

Beckenbauer, Passarella, Perfumo, Chumpitaz, Baresi. Si hay que pegar una patada, todos lo han hecho. ¿Está bien? No. ¿Se arriesgan a ser expulsados y perjudicar a su equipo? Sin Duda. ¿Debió ser expulsado el Pitbull? Seguramente.

Estuve aquella tarde del 28 de junio del 2014 en el Mineirao de Belo Horizonte. Nunca, en mis años de vida, lo pasé peor en un estadio. Nunca vi tanta gente burlándose de quienes habían perdido. Vi chilenos llorar, soportar todo tipo de gestos, de gritos, de ultrajes. Vi a hinchas y jugadores brasileños llorar de angustia y luego reírse en la cara del que perdió por un lanzamiento penal que devolvió al travesaño.

El partido del domingo pasado en Londres no era una revancha del duelo mundialista. No son comparables. Pero Medel se aburrió y por un rato, por un segundo, cometió la falta que quizás varios habríamos hecho. Yo al menos sí. Seguro.

Para Medel sí fue una revancha.

Una reflexión más. Con lo bueno que es, en los tiempos de Pelé o Maradona, Neymar no juega. A esos los molían a patadas. Y se paraban calladitos y jugaban mejor. No se iban a la esquina a hacer piruetas con el balón.